A Eduardo Galeano no le interesaba conocer el futuro. Él prefería construirlo. Y lo construyó hasta en los últimos momentos de su vida.

galeano1El presidente Nicolás Maduro acaba de revelar que este “patriota de muchas patrias”, hace pocos días estampó su firma entre los millones de mujeres y hombres que le solicitaron al presidente estadounidense, que derogue el decreto de intromisión en los asuntos internos de Venezuela.

Su escritura, sencilla y profunda a la vez, se derramó por América latina. Circuló por sus venas abiertas. Su calidez mitigó el dolor de nuestros pueblos. Su claridad iluminó las conciencias de muchos compatriotas de la Patria Grande. Su ingenio asombró a varias generaciones. Su identificación con el ciudadano común llenó de goles el camino de la liberación.

Su valentía obró como ejemplo en la lucha contra el opresor.

Por esas travesuras de la historia, su obra emblemática llegó a las manos del presidente Barack Obama. Fue el presidente

Hugo Chávez quien —en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago— le entregó “Las venas abiertas de América latina”.

El habitante de la Casa Blanca llegó a Washington, lo colocó en un estante de su biblioteca y nunca lo leyó.

Quienes saben perfectamente que los gobernantes de su país cometieron atroces violaciones a los derechos humanos a lo largo de siglos, no les interesa la Historia. Solo hablan del futuro, porque en él todavía no mancillaron a ningún pueblo.

Ese gesto de Chávez y la enorme carga simbólica de las “Venas abiertas…”, obraron el milagro. Nuestra América, la América de Galeano, dejó de ser el patio trasero. Las actuales cumbres ya no son lo que eran.

El “Libro de los abrazos” nos enseñó a los habitantes de estas tierras a estrecharnos como hermanos. También nos enseñó el valor de la palabra.

En el breve capítulo “Celebración de la voz humana / 1”, Eduardo Galeano nos dice “los indios shuar, los llamados jíbaros, cortan la cabeza del vencido. La cortan y la reducen hasta que cabe en un puño, para que el vencido no resucite.

Pero el vencido no está del todo vencido hasta que le cierran la boca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jamás se pudre”.

En su momento Eduardo Galeano supo decir del Comandante Ernesto Guevara que el “Che” tenía esa “peligrosa costumbre de seguir naciendo”.

Este lunes 13 de abril, Eduardo Galeano comenzó a nacer y —seguramente— lo seguirá haciendo. Todo depende de nosotros. De la maravillosa tarea de difundir sus ideas y su ejemplo.

(*) Periodista. Conductor del programa Hipótesis (LT8)