Texto y fotos: Florencia Vizzi

 

«Yo me enojaba porque no ponían mi nombre cuando usaban mis fotos, y María Elena (Walsh) siempre me decía ‘a mi me da una enorme alegría cuando tocan una canción mía y no dicen de quien es, porque eso quiere decir que ya la gente se ha apropiado de ella», y después, cuando lo pensé, me dije ‘tiene razón’.

No es la primera vez que Sara Facio deja oir estas palabras. Esta vez, lo hace en el Espacio Cultural Universitario, minutos antes de ser nombrada Profesora Honoraria de la Universidad Nacional de Rosario, mientras recorre la muestra que se ha montado con sus fotografías más emblemáticas.

Sara ríe con mucha facilidad, y exhibe una vitalidad asombrosa. Se muestra accesible y crítica con la curaduría de la exposición que, por una vez, no ha realizado ella misma.

sara_facio_muestra3_fvizziRecorre los paneles rodeada de periodistas y fotógrafos que no cesan de apretar el disparador. Alguien le pregunta ¿qué se siente estar del otro lado? «Y, es horrible la verdad», suelta, con la franqueza que siempre la ha caracterizado. No parece importarle demasiado lo que piensen los que están allí, pero es amable y solícita, y se presta al juego de sus pares, para componer imágenes con sus propias fotografías, y relatar pequeños detalles detrás de esos instantes capturados para siempre por su mirada.

Mientras va recorriendo su propia muestra, se detiene a conversar con los periodistas. Cuenta que aún sigue trabajando, si bien ya no se dedica a hacer fotos:  «Escribo mucho, por suerte me piden colaboraciones todo el tiempo, para diarios  y revistas especializadas, aquí y en el extranjero; armo catálogos, curadurías, y me la paso mirando fotos, algo que me gusta mucho». «Claro que los fotógrafos tienen una manera particular de mirar,- afirma cuando la interrogan-  eso es lo que hace que se destaquen, cuando tienen esa mirada, es cuando son realmente buenos».

Esa manera particular es la que aplica ante el montaje de su propia muestra, que se compone de las fotografías originales, y está armada en tres secciones definidas, una de ellas es la serie compuesta por «Autopaisajes», la otra es la sección de Escritores Latinoamericanos y una tercera dedicada a Perón que contiene las imágenes de Ezeiza, cuando el presidente volvió al país, y de los funerales poco tiempo despuéssara_facio_muestra6_fvizzi.

Recorrer la exposición es una clase magistral en la cual se funden la historia, el fotoperiodismo y el arte. Allí nada falta, en cuanto a composición, técnica o iluminación, pero sobre todo, allí se perciben los momentos íntimos capturados en cada retrato, las pasiones y los dolores, las bellezas y horrores sugeridos, con toda sutileza y en todas sus formas.

La artífice de esas imágenes reconoce que, a veces, al volver a algunas de esas fotografías, se conmueve: «Claro que algunas me emocionan, por ejemplo, cuando las veo ahora, porque con muchos de ellos tenía una amistad, no es que les saqué las fotos y nada más… Y hay otros,  que cuando los retraté nadie sabía quienes eran, y ahora son famosos… Vargas Llosa, por ejemplo, cuando hice su foto, era un chico, y hoy es un premio Nobel y hasta está casado con una vedette».

La artista no ha perdido la picardía y esa capacidad provocadora que la ha caracterizado durante toda su carrera. Aún hoy, próxima a cumplir los 84 años, puede percibirse que disfruta con ciertos comentarios, ciertamente ácidos, ciertamente irónicos y se divierte con ellos.

Así como desliza el romance del Nobel con la vedette, es lapidaria cuando le preguntan sobre la actualidad en la disciplina, las nuevas tecnologías y el desprestigio de la profesión. «Es cierto que cualquiera puede hacer fotos, pero no cualquiera puede ser fotógrafo. Ahora bien, para ser fotógrafo hay una entrega diferente, hay que dedicarse, dedicarse en serio y entregarse, y estudiar, y mirar todo el tiempo, y no creer que las fotos que uno saca son las mejores, hay que mirar  lo que hacen los otros y ser muy autocrítico. Yo tuve la suerte de trabajar de entrada con mi socia, Alicia (D’Amico), las dos con la misma formación. Cuando hacíamos un reportaje, entonces poníamos todas las fotos sobre la mesa y hacíamos de jurado, cual era la mejor, no importaba de quien fuera la foto, lo importante era que el reportaje sea bueno».

sara_facio_muestra5_fvizziEn relación a ello también agregó que: «Me parece que hay una búsqueda y una apertura muy, muy grande, y eso hace que sea más difícil mostrar hoy en día quien es un verdadero artista, porque hay mucha distracción, y hay gente que se cree que es artista, porque tiene más originalidad para buscar algún tema o para impactar».

Esa conversación en particular parece tener más sentido cuando se está rodeado por los icónicos retratos de Cortázar, de Borges, de Vargas Llosa, cuando puede rememorarse la brutal violencia de la masacre de Ezeiza o la más pura poesía reflejada en esos paisajes que la contienen por partes.

¿Qué es lo que legitima a alguien como fotógrafo? Sara sonríe y responde sin dudar: «Lo que legitima a un fotógrafo es el tiempo, nada más. El jurado más grande y más imparcial es el tiempo. Si las cosas perduran, música, película, fotos, libros, es porque tienen valor … allí están Beethoven, Shakespeare y tantos otros para dar testimonio de ello».

Muchos de los fotógrafos presentes la miran con devoción, y uno atina a preguntarle qué siente al haber inspirado a tantos, que abrazaron la profesión a través de su influencia. «La verdad es  que yo nunca tuve vocación de enseñar, de ser docente- responde- y a lo largo de mi vida, me he dado cuenta que he hecho docencia desde el primer día, porque no hay un día en que no me paren en la calle, o en que no reciba un mail en el que me dicen cuanto han aprendido conmigo, diciéndome cuanto han aprendido de fotografía a través de mi,  o de que se interesaron en la fotografía por mí, por un libro mío o por un catálogo. Eso es maravilloso».

Durante la charla, Sara recuerda su primer encuentro con la fotografía: «Vi una exposición de fotos de Otto Steiner, el creador de la fotografía subjetiva, y vi fotos de la realidad, pero vista de otra forma, o sea que había una creación de imágenes, y vi una forma de mirar muy diferente. Y me pareció que eso era muy creativo y  comprendí que con la fotografía se podía hacer arte, entonces, como yo era una chica muy joven y vital, me dije: que lindo estar por la calle haciendo fotos y no encerrada en un estudio pintando, sola. Así empecé a hacer fotos,  así, mirando, tratando de reflejar eso que a mi me atraía. Que eso después le guste a la gente, es una lotería, realmente».

De más está decir que a la gente no sólo le gustó. Sara Facio se convirtió en una de las más importantes fotógrafas del mundo, y, sin dudas, los años la han legitimado con creces. Su trabajo ha trascendido, y aplicando su propia ley, el tiempo, el más implacable e imparcial de los jurados, ha dictaminado sobre el inconmensurable valor de su obra.

Sara comienza a despedirse. Allí están Cabrera Infante, Olga Orozco, García Márquez, Pablo Neruda, Mújica Láinez, Onetti, Borges, paisajes, ciudades, los muchachos peronistas y la Gloriosa JP … allí está la historia misma de un país y de un continente en imágenes… y allí va Sara, se desplaza lento y con la mirada atenta, y se pierde entre todos ellos.

 

La muestra puede visitarse en el Espacio Cultural Universitario, San martín 750, de martes a viernes de 10 a 18 y los sábados de 10 a 19, hasta el 4 de junio, con entrada libre y gratuita