Por Eduardo Fandiño (*)

A un mes de la tragedia de la fiesta electrónica Time Warp, sigue conmoviendo a padres e hijos el tema del consumo y abuso de drogas que provocó la muerte cinco jóvenes y la intoxicación de otros cinco. Desde el punto de vista farmacotécnico, la causa de muerte respondería al uso de derivados prohibidos de fenetilaminas. Lo cierto es que de un mismo prototipo químico existen moléculas que formalmente son medicamentos y otras que se usan para lograr placer momentáneo sin tener en cuenta sus consecuencias. Aquí estamos frente a la diferencia entre el uso y el abuso.

Esto quiere decir que con prototipos diseñados a partir del esqueleto fenetilamina se pueden lograr medicamentos muy disímiles, dirigidos a conseguir diversos efectos. Es así que existen antiparkinsonianos (L-dopa), broncodilatadores (salbutamol), antidepresivos (tranilcipromina), estimuladores cardíacos (isoproterenol), elevadores de la presión arterial (fenilefrina), descongestivos nasales (fenilpropanolamina) y otros.

El esqueleto feniletilamina se conoce desde 1912 y sus aplicaciones médicas desde 1950, cuando el ejército americano las usó como estimulante en soldados que debían combatir en la guerra de Corea. En este caso se buscaba mayor eficacia en enfrentar la situación de la guerra.

La droga utilizada en aquel momento se llamó Dextro anfetamina y tenía rango de medicamento -inclusive de venta libre- y se usaba para aumentar el rendimiento psicofísico y por otro lado para inhibir el apetito -efecto relacionado también con las situaciones de stress- en tratamientos para adelgazar. Esta droga está hoy formalmente prohibida en gran parte del mundo dada su actividad euforizante central y la creación de dependencia y cuadros psicóticos.

¿Qué pasaría si con este mismo prototipo se buscara dirigir la actividad farmacológica de tal forma que exalte los efectos en el sistema nervioso central? Es aquí donde pasaríamos del uso al abuso: del medicamento a la «droga de diseño», cuyo objetivo no es la terapéutica sino la «recreación».

En este segundo caso, entonces, se prepondera la euforia, sin tener en cuenta su similitud estructural a las catecolaminas, -grupo de sustancias que incluyen la adrenalina, la noradrenalina y la dopamina y se encargan de la broncodilatación, la vasocostricción, el aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, la estimulación de glándulas endócrinas así como diversos efectos en el sistema nervioso central.

Por ello, la ingesta de esta droga exaltará otros efectos como: vasculares (hipertensión), cardíacos (taquicardia severa), endócrinos (aumento del metabolismo basal con incremento de la temperatura corporal), musculares (destrucción del músculo frente a las altas temperaturas), hipotalámicos (aumento de la temperatura corporal), respiratorios (aumento de la frecuencia), etc.
Todos estos procesos juntos, sumado a las altas temperaturas que suele haber en los boliches bailables nocturnos, provocan un principio de deshidratación y como consecuencia destrucción muscular, parálisis de la función renal y hasta se puede producir un paro cardíaco.

Nuestro deber como universidad y más específicamente desde la carrera de farmacia, es brindar información a los alumnos acerca de estas problemáticas sociales, concientizar y prevenir para que estos hechos lamentables como el de Time Warp, no sucedan más.

Lo entendemos y enfrentamos con gran responsabilidad ya que los ámbitos donde estos consumos abusivos suelen darse, son frecuentados por jóvenes de las mismas edades que aquellos que tenemos en las aulas, por lo que sabemos que es un compromiso que debemos asumir.

(*) Secretario de la Escuela de Farmacia y profesor asociado de farmacotecnia y química medicinal de la Universidad Kennedy.