Por Pablo Martínez

El Torito es un club que está enclavado en la zona noroeste de la ciudad, en un lugar estratégico, donde confluyen grandes barriadas populares que abastecen el interminable semillero de talentos rosarinos. Durante sus 40 años de vida, pisaron sus canchas notables futbolistas que emigraron al fútbol nacional e internacional.

El caso más emblemático es el de Ángel Di María o el Carbonerito, como le decían cuando maravillaba en la categoría 88, haciendo casi todo el baby en el Toro. Otros casos: los de Nery Domínguez, Julio Zamora, Eduardo Bustos Montoya y el Pampa Rubén Bihurriet.

Para hablar del presente, pasado y futuro del club Naranja, Conclusión dialogó con Jorge Gallardo, miembro de la comisión fiscalizadora del club. Sobre la realidad económica de la institución, el directivo comentó: “El club está saneado, gracias a Dios no se debe nada. En la liga donde jugamos, la Rosarina, estamos al día. Nos manejamos con recursos propios, sin recibir subsidios. Lo podemos lograr con todas las categorías que juegan, tenemos dos líneas de baby, una escuelita de fútbol y una línea de inferiores”.

En los últimos años, El Torito empezó a crecer. Y Gallardo lo analiza: “Nosotros en el año 2015 cumplimos 40 años de vida, en su momento tuvimos un auge muy bueno, pero con el transcurso del tiempo fue decayendo, a tal punto que casi perdemos las tierras y hoy en día nos pudimos levantar, consiguiendo que los terrenos fueran cedidos al club por la Municipalidad por 10 años y nos volverán por otros 10.”

“Una vez que saneamos y conseguimos los terrenos, empezamos a trabajar sobre la cancha grande, recuerdo que cuando se hizo la avenida de los Granaderos nos cortó por el medio, nos dejó la cancha de baby de un lado y la de once del otro, por eso ahora estamos terminando el predio. Nos falta terminar los vestuarios. Hoy el club está caminando”, concluyó Gallardo.

A la hora de recorrer los nombres que pisaron el césped del Naranja, recordó: “Te puedo nombrar los más conocidos, como también los que han emigrado a otros países, sin jugar en los equipos grandes de la ciudad. Aquí jugó el Tati Bustos Montoya, el Pampita Bihurriet, el Pájaro Domizzi, quien sin estar fichado con nosotros participaba activamente. Y otro nombre que va a asombrar es el de Boquita Sensini, que  ha participado acá. También estuvo la Chancha Cozzoni, que si bien no jugó, en algún momento fue técnico de la primera y presidente del club”.

“Además, jugaron Julio Zamora, Nery Domínguez, que jugó todo el baby, inferiores y en primera, y desde acá pasó a Central. Otro jugador que pasó por acá fue Germán Herrera, de quien recibimos un dinero cuando lo transfirieron a Dubai por derechos de formación… son hijos directos nuestros”.

“La joyita del club es Di María, aunque nosotros no pudimos cobrar por derechos de formación porque no estuvo en inferiores. Él estuvo en el baby, todo comenzó cuando se jugó una final entre Torito y Central, donde hizo dos goles y ahí lo pretendió Central, que se lo llevó. El pase valía 40 pelotas, donde Central solamente mandó 20, es lo que marca la historia”. Y completó: “A Di María le decíamos el Carbonerito, porque el padre vendía carbón, recuerdo que iba a las escuelas del barrio, con su bicicleta y se fue del club a los 10 años”.

Gallardo, también se refirió a la inagotable cantera de talentos que tiene el club: “Siguen llegando jugadores buenos y hoy en la categoría 2001 hay un nueve que lo pretenden todos, nosotros lo tenemos que cuidar, pero el año que viene se va ir a Newell’s, un nueve impresionante”.

En cuanto al trabajo de contención que hace la entidad, Jorge Gallardo relató: “Por el lugar donde está situado el club, cercano a las barriadas de La Cerámica, Rucci y Parque Casas, vienen ramitas y palitos de todos lados, llegan grandes y chicos y hay que tener una contención para todos. En cuanto a subsidios del gobierno, no conseguíamos demasiado, porque no estábamos ordenados con los papeles, pero hemos conseguido el apoyo de algunos políticos». Y agregó: «Tenemos un montón de carencias, pero hay que aplaudir a todos los dirigentes de los clubes de barrio, no es fácil».

«Acá no sacamos nada, al contrario, ponemos plata para el combustible, para poder llevar a los chicos a un partido de fútbol, los papás juntan para comprar las camisetas, porque sponsors no tenemos».

 

El dirigente del Naranja destacó la labor de todos sus compañeros: «Todo se hace a pulmón, a veces también dejamos el corazón, el riñón, nosotros dejamos la vida por los chicos y a veces se hace pesado, pero tratamos de ser un grupo sólido, porque cuando nos pateen la puerta del club, la vamos a defender a muerte, de eso se trata, apostamos a que si la institución cumplió 40 años, pueda llegar a 40 más». Y con lágrimas en los ojos afirmó: «Tal vez un día, no voy a estar, pero voy a pasar por el frente y voy a decir: ‘éste es mi club, es mi toro mi Torito, un club de barrio y por tantos años en el club, yo voy a morir acá'».

El Torito sigue marchando, siempre sorprende con un futbolista nacido de sus entrañas. El momento institucional es fructífero, ya que todos empujando para un mismo lado.