Con el triunfo de «I, Daniel Blake» como ganador de la Palma de Oro como mejor película quedaron en el camino todas las predicciones y el resto de los premios seguramente despertarán polémica.
«I, Daniel Blake» cuenta la historia de un carpintero al filo de los 60 al que, tras sufrir problemas del corazón, su médico le indica que deje de trabajar y se pensione. No obstante, el sistema de salud británico le pone sucesivos obstáculos que los fuerzan nuevamente a estresarse y poner en riesgo su vida.
Una vez más, como lo viene haciendo desde los tiempos de Margaret Tahtcher, Loach emociona y sacude con historias que tienen que ver con la lucha social contra las imposiciones del capitalismo salvaje, y esta vez lo hace con la fuerza de una realidad que poco a poco se convierte en global.

https://www.youtube.com/watch?time_continue=2&v=aLEPQ9FYU0U
El jurado presidido por el cineasta australiano George Miller, e integrado además por actores como Donald Sutherland, Kirsten Dunst, Valeria Golino, Mads Mikelsen y Vanessa Paradis, los directores Arnaud Desplechin, y Lászlo Nemes así como la productora Katayoon Sahabi, estuvieron en el escenario durante toda la entrega que ellos mismos se encargaron de materializar, conducidos por el actor frances Laurent Lafitte, de «Elle», que poco antes protagonizó un excelente cortometraje de presentación.
El resto de los premios son muy discutibles, algunos lisa y llanamente inaceptables, en especial cuando en la competencia hubieron títulos con mucho peso específico, en especial en el caso de las labores actorales, pero también en materia de obras y autores.
El Grand Prix fue para «Juste a la fin du monde», del sobrevaluado Xavier Dolan, con su historia casi a puertas cerradas y extremadamente teatral, que a decir verdad solo da pié a seguir pensando que los aciertos de sus anteriores obras fueron más casuales que a conciencia.
Dolan dio un largo discurso, emocionado hasta las lágrimas y con gestos muy marcados, y tras agradecer a todos los que participaron en la producción y al mismo festival, se despidió citando a Anatole France al decir que «prefiero la locura de la pasión a la sabiduría de la indiferencia».
En premio a mejor director fue ex-aequo, en este caso para el rumano Cristian Mungiu por «Bacalaureat»: la historia de un padre médico cuya hija a punto de graduarse y pujar por una beca, es violada y esto lo mueve en más de un sentido, compartido con Olivier Assayas por «Personal Shopper», para muchos la peor oferta de la selección de este año.
El mejor guión resultó el de «Forushande» («El vendedor» o «El ciente», según sea en inglés o francés), del iraní Asghar Farhadi, que traza un paralelo entre una puesta de «La muerte de un viajante» y la historia de su actor, en relación con su esposa, que vive una experiencia de abuso. No obstante, en danza los hubo mejores, como por ejemplo el de «Paterson», de Jim Jarmusch.
La obra de Farhadi recibió además el premio a la mejor actuación masculina para Shahab Hosseini, que interpreta al marido que busca al atacante de su esposa para de alguna forma hacer justicia como a Willy Lohman en la pieza teatral que se representa como parte de la trama.
El premio del jurado fue para «American Honey», de la inglesa Andrea Arnold, que sigue las aventuras de un grupo de jóvenes estadounidense que recorren caminos vendiendo suscripciones de revista, que viven diferentes historias centradas en la de una chica que se suma al grupo original y se enamora de uno de ellos.
Película bastante débil, por su guión reiterativo hasta el cansancio, una suerte de road movie, donde se insiste demasiado en un esquema mínimo bombardeado por música que intenta darle un color presente muy exagerado, y en el que solo queda en claro que las buenas intenciones no son suficientes.
Finalmente, el premio a la interpretación femenina fue para Jaclyn Jose por su papel protagónico en «Ma’Rosa», del filipino Brillante Mendoza, acerca de una almacenera de un barrio pobre de Manila que se mete en la venta de droga y debe rescatar a sus hijos atrapados por la policía corrupta que busca participación en el negocio, que pudo ganarle a Isabelle Huppert en «Elle», por ejemplo y a otras buenas actuaciones femeninas en el resto de las participantes.
La Cámara de Oro, para operas primas, fue para «Divines», de Houda Benyamina, que fue la que dio el discurso más largo, incluidas exclamaciones y hasta vuelta a escena cuando ya había terminado, desatando risas y gestos muy expresivos tanto arriba como abajo del escenario.
También se entregó el premio a mejor cortometraje, Palma de Oro para «Timecode», de Juanjo Giménez, y una mención especial para «A moca que dancou com o diablo», de Joäo Pablo Miranda María
Será tarea de la crítica analizar la justicia de la entrega de este año, que dejó de lado a otras filmes importantes, como «Paterson», de Jim Jarmusch, «La fille inconnue», de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardene mientras que «Personal Shopper» fue premiada por el diario Le Figaron con una Palma de Plomo, tras el abucheo que tuvo en sus pases.
La sección oficial de Cannes 2016 ofreció una batería de nombres importantes tanto en cineastas con cortas o largas filmografías sin excepción importantes, de variados orígenes y con una larga lista de figuras que, además, desfilaron por la alfombra roja y compartieron intercambios de ideas con periodistas de todo el mundo en once intensas jornadas de proyecciones seguidas con atención por el universo mediático.
La polémica acerca de los premios de este año está abierta y, seguramente, en los próximos días será tema de discusión del mundo cinéfilo que todos los años, hace ya 69, convierte a Cannes en un lugar clave, imprescindible