Por Carlos Duclos

Milésimas de segundos antes de que el mejor jugador de fútbol del mundo, Lionel Messi, ejecutara el primer tiro penal para la selección argentina, una idea, un pensamiento, cruzó por la mente consciente e inconsciente de muchos argentinos: “Que no erre”. Si alguien cree que un atisbo de ese pensamiento hecho duda no cruzó como una ráfaga en la mente consciente o inconsciente de Lionel Messi, se equivoca. Al menos eso creo.

Messi ha sido endiosado, muchas veces por un periodismo absurdo, un tanto idiota en ocasiones, que cree que este chico de 29 años lo puede todo, incluso hacer milagros. De la mano de esa parte del periodismo han ido muchos hinchas (no todos) y, desde luego, algunos señores del fútbol o, mejor dicho, del dinero que confiere el fútbol y que confiere, sobre todo, el ser “un poco dueño” del “Dios del fútbol”.

Pero Messi no es una divinidad, como no lo fue Maradona, a quien un astro del fútbol y un ser humano notable, como Mario Kempes, lo bajó ayer del pedestal en una entrevista concedida a la TV argentina.

Messi es un ser humano talentoso en lo suyo, genial, incluso el mejor en su profesión, pero un ser humano al fin, con todo lo que ello significa. Un ser humano sometido a una extraordinaria presión para la cual hay que estar preparado psicológicamente ¿Pero hasta qué punto un ser humano puede prepararse psicológicamente para soportar presiones que no le corresponden?

Alguien ha expresado que un jugador profesional debe  soportar la presión y es correcto, pero no tiene por qué soportar presiones que sólo pueden ser toleradas por fuerzas omnipotentes. Messi es un ser humano, no Dios. Un ser humano que entiende al fútbol como un juego de “equipo”. Y equipo significa muchas cosas: jugadores comprometidos por igual en el propósito (comprometidos física y mentalmente), sin descuidar el rol determinante que le cabe al cuerpo técnico y a la misma AFA en este caso, en la conformación de ese equipo. No se le puede pedir al rebaño que no se disperse cuando el pastor anda de juerga.

Messi erró un penal, ¿y? La selección argentina ayer perdió un partido de fútbol, ¿y qué? En el juego de la vida siempre es así, a veces se gana y a veces se pierde. El asunto es capitalizar la experiencia para superarse. No es el caso convertirse a partir de esta reflexión en el técnico sabelotodo que cada argentino lleva adentro cuando se trata del deporte que apasiona. Sería una estupidez. Que las cuestiones técnicas las encaren los que verdaderamente saben y no los periodistas de plastilina y los sabihondos hinchas ganadores de nada.

Messi renunció al plantel de la selección nacional de fútbol. Una pena, porque no es precisamente él quien debiera renunciar, ni ningún jugador. Tal vez lo hizo no tanto por una sensación de fracaso, como algunos creen, sino cansado de soportar pesos y responsabilidades ajenas.

Ayer, Argentina perdió en los penales. Cuando Chile festejó el albur, alguien dijo: los partidos se ganan durante los 90 minutos. Todo lo demás es azar”. Tiene razón.