Con una ceremonia solemne marcada por el dolor, Italia enterró este sábado a 35 de las casi 300 víctimas del terremoto que arrasó el miércoles tres poblaciones de montaña del centro de la península.

La ceremonia, que se celebró en la ciudad de Ascoli Piceno, contó con la presencia del presidente de la República, Serio Mattarella y del primer ministro Matteo Renzi, así como familiares, amigos y parientes de las víctimas de Arquata del Tronto, una de las aldeas devastadas por el sismo.

El evento, el primer acto oficial por las víctimas, se celebró en el estadio deportivo de Ascoli Piceno, una ciudad localizada no muy lejos del lugar de la tragedia, que fue transformado en capilla.

Treinta y cinco ataúdes, colocados sobre un tapete azul, estaban cubiertos con una corona de flores con lirios blancos y rosas.

Entre ellos, resaltaba uno blanco, el de Giulia, una niña de 9 años, cuyo cuerpo protegió al de su hermana, Giorgia, de 4 años, una de las últimas personas extraídas con vida de los escombros en Pescara del Tronto.

«Nuestras campanas volverán a repicar», clamó el obispo Giovanni DErcole durante la misa fúnebre a la que asistieron cientos de personas, entre ellos autoridades locales y regionales así como socorristas, bomberos y asistentes sociales.

«No teman gritar por el dolor, pero tampoco pierdan la esperanza. Reconstruiremos juntos nuestras casas, nuestras iglesias», dijo el religioso.

Visiblemente conmovido, Renzi y su esposa evitaron dar declaraciones a la prensa y se limitaron a abrazar a los familiares de las víctimas al término de la ceremonia.

Fuera del estadio, en un silencio sepulcral, la ceremonia fue transmitida en pantallas gigantes, mientras parientes de los difuntos, sentados junto a los ataúdes, se abrazaban y lloraban desconsoladamente.

Algunas familias decidieron no participar en la misa y enterraron a sus muertos en privado.

Entre tanto, los equipos de rescate seguían extrayendo cuerpos de los escombros.

Italia decretó día de luto nacional, las banderas han sido izadas a medio asta y la radio y televisión pública RAI suspendió los anuncios de publicidad en todos sus programas como señal de duelo.

Búsqueda día y noche

Pocas horas antes de la ceremonia, el presidente Mattarella visitó la pequeña aldea de Amatrice, emblema de la devastación, de cuyos escombros han sido extraídas sin vida 230 personas.

Los equipos de rescate trabajaron toda la noche y lograron sacar tres nuevos cuerpos bajo los cúmulos de piedra del Hotel Roma, donde dormía medio centenar de personas.

Mattarella elogió «el esfuerzo extraordinario» que los equipos de rescate han hecho en la «zona roja», donde los medios de comunicación no tienen acceso y donde sólo quedan ruinas.

Otra ceremonia, sin cuerpo presente, ha sido organizada el miércoles para honrar a las víctimas de Accumoli y Amatrice, las otras dos aldeas arrasadas por el devastador sismo.

«No los vamos a dejar solos. Pero digan qué se puede hacer por ustedes. Las decisiones no podemos tomarlas sólo en Roma», respondió en forma privada Renzi a uno los familiares.

La misma promesa hizo el presidente Mattarella a un habitante que le pedía ayuda: «No los abandonaremos», repitió en varias ocasiones mientras abrazaba y daba el pésame.

En forma privada y sin estar acompañado por la prensa, el jefe de Estado visitó a los heridos internados en el hospital de Ascoli. Entre ellos a la pequeña  Giorgia, a la que regaló una muñeca por su cumpleaños, festeja este sábado cuatro años.

Más de 1.300 réplicas se han registrado desde la madrugada del miércoles generando pánico entre los sobrevivientes y los equipos de rescate que temen nuevos derrumbes.

El puente que conduce a Amatrice fue cerrado el viernes por nuevas grietas, obligando a los equipos de rescate a construir una desviación con aplanadoras y evitar que la aldea quede completamente incomunicada.

Según datos de los satélites del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) la tierra bajó de unos veinte centímetros en esa zona.

Muchas de las víctimas eran turistas y niños que pasaban vacaciones con sus abuelos, que residen en esa región.

La Protección Civil anunció que cerca de 2.500 personas quedaron sin techo y pernotan en las 42 tiendas de campaña instaladas.

Tras la tragedia, Italia se interroga sobre el costo humano de los sismos y la falta de una política para evitarlas.

Más de 24 millones de italianos viven en una zona de riesgo sísmico y el país carece de una cultura de prevención, según reconoció el gobierno.