Por Mario Luzuriaga

La séptima edición de la «Crack Bang Boom» empezó con todo, y con ella hay historias de vida vinculada con los superhéroes. Este es el caso de Walter Armada, que es el fanático número uno de Batman y presenta su libro sobre el personaje. Su fanatismo lo llevó a descubrir los pormenores de la mítica serie de los años 60. Walter cuenta a Conclusión su encuentro y amistad con Adam West, el protagonista de la mítica serie.

-¿Con qué nos vamos a encontrar en «El encapotado y yo»?

-Cuento historias sobre el detrás de escena de la serie, y no quiero sonar pedante con lo que voy a decir, que ningún libro estadounidense sobre Batman lo tiene. Porque qué mejor que tener información de primera mano con Adam West y Frank Gorshin, quien interpretó al Acertijo. Y le pregunté todo directamente a ellos por haber compartido cenas e historias con ellos. Hice dos líneas paralelas entre Argentina y Hollywood hasta llegar a 1998 cuando me encontré con Adam.

-¿Qué significa la «Crack, Bang, Boom» para vos?

-Primero una cosa personal porque mis padres son rosarinos al igual que mis abuelos. Entonces vengo a un lugar como si fuera mi casa y en donde hay una convención prestigiosa a nivel internacional, que tiene cosas tan interesantes, que para la gente que no es mundo de las historietas, está bueno que conozcan guionistas nacionales e internacionales. Me encanta encontrarme con gente que viene y me pide que les autografíe mis libros. Y los invito a que vengan a que se empapen de esta cultura maravillosa.

-¿Cuál fue tu primer encuentro con Batman?

-Mi primer encuentro fue en las revistas que me compraba mi viejo y eran de una editorial mexicana llamada Novaro y de ahí en más el personaje me apasionó. La misma editorial publicaba historietas de Superman y de los «Campeones de la Justicia», que eran lo que luego se llamó «Liga de la Justicia». Gracias a estos cómics aprendí a leer.

-¿Antes de conocer a Batman con qué te divertías?

-Antes no había nada, a lo sumo teníamos héroes como Tarzán o el Llanero Solitario. Hoy en día estamos viviendo una época de oro, porque prendes la tele y tenes diez series de superhéroes. Yo me tenía que fabricar mis propios muñequitos a base de soldaditos de plástico y recortes de varias revistas, hasta que llegó la serie de 1966 y explotó el merchandising.

batman 66-¿Cuándo se estrenó por primera vez la serie en Argentina?

-Se estrenó en julio del 66, seis meses después que en Estados Unidos. En ese tiempo las producciones televisivas se estrenaban dos años más tarde y acá por suerte pudimos verla casi simultáneamente. Y de ahí en más todo el mundo conoció a Batman, gracias a la tele. El mercado se llenó de productos de Batman, juguetes, autitos, revistas, hasta mermelada con el logo del murciélago. Fue impresionante. Con la serie se cambiaron los nombres, en el cómic el Joker se llamaba el «Comodín» y se reemplazó por el «Guasón» y la «Mujer Gato» por Gatúbela. No hay registros del porqué de los cambios. Como lo explico en mi libro, al principio nos chocaban esos nombres pero luego los adoptamos hasta estos días.

-¿Cómo fue la elección del elenco?

– Adam era un actor que la venía peleando hace muchísimo, trabajando en cualquier que le dieran en alguna película de Hollywood. Hizo muchos comerciales y participaciones especiales en series de televisión y nunca consiguió un protagónico. Es por esto que le cuesta el matrimonio que tenía con una princesa hawaiana, y en su estadía en la isla solo participó en una película protagonizada por Boris Karloff llamada «Voodoo’s Island». Pero luego de su separación regresó a Los Ángeles e hizo comerciales y engancha un co-protagónico con los Tres Chiflados en su última película, de ahí se va a filmar spaghetti westers en Europa. Hasta que los productores vieron a Adam y se decidieron para darle el rol principal.

El caso de Burt Ward fue diferente, la serie está a punto de comenzar y no tenían un Robin. Luego de varios castings, se presentó este joven sin ninguna experiencia actoral alguna y al ver que tiene habilidades físicas, no lo dudaron y lo metieron directamente para empezar a filmar el capítulo piloto. Tan rápido tenían que salir al aire que al batimovil fue terminado durante la filmación de los primeros capítulos.

-¿En qué se basaron para hacer los capítulos?

– Al no saber absolutamente nada del personaje, los productores compraron todos los cómics que había en el mercado y los adaptaron a la televisión. Gracias a la serie pudieron tener mayor relevancia villanos que aparecieron, a lo sumo, dos veces en las revistas como el caso de El Acertijo o el Señor Frío.

-¿Puede ser que haya imágenes de Argentina en la serie?

– Después del éxito de la primer temporada salió la película que recaudó muchísima plata sin invertir nada, ya que tenían todos los decorados listos de la serie. En la película Batman salva a unos miembros de la ONU, y eso se transmitía a todo el mundo y aparecían multitudes en las calles, ahí descubrí algo especial. Vi gente en balcones, en los edificios, una gran plaza, mucha gente reunida, rebobinando la cinta note que pertenecía a edificio que estaban sobre avenida De Mayo y la gran plaza era la del Congreso de la Nación. Cómo puede ser que haya un material a color y de tan buena calidad metido ahí, después investigando me enteré que la secretaría de prensa de la Nación, en los años cincuenta, contrató a un director y camarógrafo de la 20th Century Fox para que filme el funeral de Evita. Con la revolución libertadora y la caída de Perón, todo ese material fue destruido y el único registro quedó en el archivo de la productora y fue usada para la serie.

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-¿Qué te pasó cuando conociste a Adam West?

-Yo estaba trabajando en la revista «La Cosa» junto a Axel Kutchevasky e hicimos un especial íntegro de Batman, porque se estrenaba «Batman y Robin» con Arnold Schwarzenegger y George Clooney. Axel me pide que escriba sobre los seriales de los años 40 y la serie de los 60, entonces se nos ocurrió llamar a Adam para hacerle una nota para la revista. Nos tiramos a la pileta y lo llamamos. Habíamos pautado una nota de 15 minutos y terminó siendo una hora con el manos libres hablando con el, se copó hablando con nosotros porque sabía que hablamos con datos y conocíamos todo el material. Ahí se nos prendió la luz y lo invitamos a la «Fantabaires» de 1998  y el tipo vino.

Te imaginas que la noche anterior no pude ni dormir (risas). Lo fuimos a buscar a Ezeiza y el tipo se copó y fuimos a comer, a tomar café y llenamos esa exposición en la que la gente se emocionaba mucho y estaban locos por Adam. Lo bueno es que su representante me da algo y cuando lo vi era la capucha original y me quería morir. Y de ahí en más tenemos un amistad entrañable.

 

Comenzó la 7ª edición de Crack Bang Boom