Fútbol y política. Ese fue el cóctel, además de unas buenas milanesas, que degustaron en la residencia de Olivos Mauricio Macri y Hugo Moyano. La cumbre se dio en medio de la reunificación de la CGT y de la amenaza de un plan de lucha de los gremios contra el Gobierno por la suba del desempleo. Cerca del Presidente celebraron el encuentro: «El principal referente sindical de la última década no ve que las cosas vayan tan mal como algunos quieren instalar», deslizaron.

La cumbre, de la que también participaron el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli y el presidente de Barracas Central, Claudio «Chiqui» Tapia estuvo dominada por la crisis que vive el fútbol argentino, que puso en peligro el inicio del campeonato. En varios tramos de la charla, Macri trazó un paralelismo entre los manejos de la AFA y los que hacía la Casa Rosada durante la gestión anterior. Moyano no esquivó la comparación: «Cuando yo agarré Independiente el club estaba quebrado y me costó ir solucionando problemas. Teníamos muchas deudas».

El arranque del diálogo había sorprendido al Presidente. Tras saludarlo con un beso y sin dejarlo de tutear en ningún momento, el camionero le confesó: «Nos debíamos este almuerzo. Después de 12 años en la CGT quiero empezar una nueva etapa y darle paso a las nuevas generaciones. Me quiero dedicar a los míos». Macri lo felicitó: «Qué bueno que quieras volver a la vida normal».

El encuentro, que duró una hora y media, estaba programado desde hacía dos meses. «Fue la charla más humana que han tenido», decían en el entorno presidencial. Aún hoy le agradecen a Moyano los servicios prestados en la campaña: el camionero acompaño a Macri en un acto en homenaje a Perón y, en la balotaje, llamó a no votar por Daniel Scioli.