Monseñor Eduardo Martín, arzobispo de Rosario, dialogó con Conclusión y reflexionó sobre la figura de la Madre Teresa y qué representa su canonización para la Iglesia y el mundo.

 Salvador«La canonización de la Madre Teresa es una gran fiesta para la Iglesia y para la humanidad. Ella ha sido como un ángel para los más pobres y los más olvidados de esta tierra. Creo que su testimonio de caridad es lo que nos inspira y nos tiene que movilizar a todos a practicar las obras de misericordia. No podremos ser como la madre Teresa pero una obra de bien cada día puede hacer un gran mar de bien y de amor», manifestó Martín.

Con respecto a la relevancia de que una persona tan vinculada con la paz y la misericordia sea santificada, el religioso estableció: «Ella combatió el mal haciendo el bien. Esa fue su gran prédica, que lo hizo con su vida. Una vez le preguntaron: ‘¿Usted va a solucionar todos los problemas con su obra?’. No, dijo, ‘pero si yo no hiciera lo que hago, haría más gente que moriría sin dignidad’. Además como mujer de paz, ganó el premio Nobel y fue reconocida a nivel mundial. Eso también nos lleva a que podamos ser instrumentos de paz en nuestra sociedad, en los lugares donde nos toca actuar».

Por último Monseñor Martín, destacó la grandeza de la figura de la Madre Teresa y la importancia de su figura como inspiración mundial: «Evidentemente se necesitan que se multipliquen las iniciativas de caridad y de amor. Hay muchas, pero si hubiese más sería un gran alivio para tantos hermanos que sufren».

El milagro que la llevó a ser Santa

El brasileño Marcilio Andrino, cuya curación fue el milagro por intercesión de la madre Teresa de Calcuta y el elegido para que la monja fuese proclamada santa, aseguró el pasado viernes que «Dios es misericordioso y quiere a todos» y que no se considera «un privilegiado».

Andrino, un ingeniero de 43 años, se presentó este domingo en el Vaticano acompañado de su esposa, Fernanda Rocha, para participar en la ceremonia de la canonización.

Durante estos días y previo a la proclamación de la Santa Madre, Marcilio recordó que un día, hace varios años, se levantó mareado, experimentando síntomas como pérdida de equilibrio y visión borrosa, hasta que se desmayó. Desde ese momento, su vida cambió para siempre, 0 según explicó, al tiempo que recordó que pese a su enfermedad decidió casarse con Fernanda, a quien había conocido en 2000 y que, según indicó, le «llevó literalmente del brazo al altar porque estaba muy débil».

En 2008, poco después de la boda, fue hospitalizado y se le diagnosticó una infección rara en el cerebro e hidrocefalia. Tras ser tratado con antibióticos durante un mes, no hubo mejorías, explicó.

Durante su hospitalización, su esposa se encomendó en sus rezos «a Dios y a la madre Teresa, ya que una antigua jefa se había curado de un aneurisma cerebral rezándole a ella». «La situación no mejoraba, pero aún así seguíamos rezando con mayor intensidad», explicó el brasileño.

Los médicos decidieron entonces operar a pesar de que la intervención era muy peligrosa, pero la noche antes de la operación «tras un gran sufrimiento, pude dormir bien». «Me levanté y no tenía dolor de cabeza y sentía una gran paz interior». Ante la falta de dolor, los médicos me dijeron que no iban a operarme y que lo dejaban para el día siguiente», explicó.

Nunca lo operaron. «Los abscesos se habían reducido en un 70 por ciento y la hidrocefalia había desaparecido. A los tres días hicimos más análisis: no había ningún rastro de los abscesos. Comprendí que me había curado», señaló.

Al milagro de su curación se suma el de haber podido tener hijos, pues los médicos le dijeron que «con todas las medicinas que había tomado la probabilidad de procrear era el 1 por ciento», agregó. «Seis meses después de salir del hospital tras una breve rehabilitación volví al trabajo y un mes después Fernanda empezó a sentirse mal. Fuimos al médico y nos dijo que estaba embarazada», explicó.

Con sus dos hijos, Mariana, de seis años, y Murilo, de cuatro, rezan ahora en familia a la Madre Teresa. Cuando los periodistas les preguntaron qué sienten, el matrimonio brasileño sólo puede decir que están «muy agradecidos».