Por Guido Brunet

Fotos y video: Florencia Vizzi

“Cuando estás muerta

te lloran y te llevan flores.

Aquí, estando vivas,

no aparecen.

Muertas en vida,

muertas vivas.

En eso nos convirtieron”.

El poema forma parte del libro “Muertas Vivas” y las autoras son Patricia Funes, Mirtha Rusñisky, María Eugenia Bruno, Claudia Paiva, Lucía Alcaraz y Rosana Esquivel, internas del Penal Nº 5 de Rosario. El material surgió del taller de Producción Literaria organizado por la ONG Mujeres Tras las Rejas. “Estas mujeres han arrancado de sí mismas estos testimonios”, expresa Cecilia Gallino, coordinadora del espacio.

Las escritoras este martes debían exponer en el marco del 24º Festival Internacional de Poesía de Rosario. Estaba todo listo, fue un pedido realizado con mucha antelación, la jueza Prunotto autorizó a cuatro internas a asistir. Sin embargo, las mujeres nunca llegaron. El pretexto desde el Penal: “Las chicas estaban cambiadas, pero se arrepintieron. Una se sentía mal y las demás no quisieron salir para quedarse con ella”.

“Uno hace todo el trámite legal, está la autorización, y llega el momento y el Servicio Penitenciario arbitrariamente decide que no salgan. Siempre hay un motivo, se nos pinchó una goma, no hay gente…”, comentó indignada Cintia, integrante de la ONG.

En la jornada participaron los autores rosarinos Maia Morosano, Santiago Yañez, Ana Wandzik y Jonatan Santos. “Para una mujer con el perfil que tienen la mujeres presas de Rosario, que son jóvenes, pobres, desafiliadas, casi analfabetas, sin recursos económicos, todas madres, que nunca han trabajado, sentarse al lado de una persona que escribe, que es poeta, que es académico, que tiene otro recorrido, las instala en otro lugar. Piensan que son capaces, que tienen derechos. Porque el encierro sólo limita el derecho ambulatorio. Todos los demás el Estado tiene la obligación de respetarlos”, señala Graciela Rojas, directora de la ONG.

¿Sobre qué escriben?

“Hablan sobre el encierro”, dice sin dudarlo Cecilia Gallino. “Cuesta mucho salir de ese primer registro que tiene que ver con el encierro, la muerte, con una vida completamente carcelaria. Y la condición de ser mujer y sentirse abandonadas. Porque a diferencia de la cárcel para hombres reciben muy pocas visitas». Después otro tema que está muy presente en el libro es la convivencia que tienen con los gorriones. Esos pájaros que se adentran al Penal, vuelan por los patios, y al rato se van.

 

El taller es un “espacio de expresión de ellas para que nos cuenten cómo están, qué les pasa”, sintetiza la coordinadora. Y cuenta que “desde las primeras clases fue muy productivo, escribieron muchísimo”. Cecilia también percibe que los estados de ánimo son esenciales en este tipo de lugares. La época del año por la que se transita no es menor, ya que llegan las Fiestas y nadie quiere pasarlas lejos de su familia. Entonces los ánimos para escribir no son los mismos.

“Se hacen producciones hermosas, que nos permiten sacar las voces de las mujeres presas. La ONG tiene el lineamiento de que las mujeres siempre han sido habladas por otros, por los jueces, abogados, psicólogos, por la sociedad. Y acá vehiculizamos que ellas hablen directamente. Y que sean escuchadas por otra gente hace que su situación de presas se corra”, dice Graciela Rojas.

Tras las Rejas

“Nuestro eje fundamental es hacer circular la palabra y tomamos las herramientas para trabajar eso como la radio y la producción literaria”, manifiesta la directora de la ONG  Mujeres Tras las Rejas.

De las 15 mujeres que hay en cada planta del penal, cinco o seis trabajan con la ONG en los talleres de literatura, radio y de artesanías (llamado “Enredo”) los lunes, miércoles y jueves.

La radio, la única de América Latina que se puede escuchar fuera del penal, se graba dentro del penal y sale por FM Aire Libre. Cintia Ríos, coordinadora del taller de Radio, detalla que “el planteo es darle a la mujer la palabra. La estructura es abierta, ellas se expresan libremente. Una va con una idea previa, pero se habla de lo que surge en el momento y de lo que las mujeres tienen ganas”. Aunque aclara que “también dependemos de las ganas del momento. Porque hablar de lo que a uno le está pasando lleva una fuerza mayor que en otros talleres”.

Florencia Sanchez, integrante de la ONG comenta que las mujeres presas “son un colectivo tan excluido que nos costó que ellas se apropien de esto, que lo tomen como suyo. Se notó un cambio en algunas, como de haberse empoderado. Algunas al principio no nos hablaban. No podían comunicarse bien y ahora quieren estudiar”.

Por su parte, el taller de escritura de este año se inició en julio luego de la invitación al Festival Internacional de Poesía. Ya en 2012 el colectivo había participado del Festival de Poesía, con motivo de la edición de su primer libro: “Korazón sin control”, bajo la coordinación de Fabricio Simeoni. Ambos libros fueron publicados por la editorial de la Municipalidad de Rosario.

En el marco del taller literario funciona también un proyecto llamado “Tráfico de libros”, en el que los autores donan sus libros para trabajar sobre ellos en el espacio.

La palabra es el elemento fundamental con el que trabaja organización. “La palabra es sanadora y aparte se produce un vínculo de afecto entre quienes colaboran con el taller y las mujeres privadas de su libertad. Porque somos como el vínculo más fuerte con la sociedad”, expresa Rojas, y completa que la idea es “poder darle al encierro una perspectiva de un después. Ya que en realidad la cárcel no produce eso en una interna, es como que no hubiera un después, como que no hubiera un mañana. Entonces las mujeres pierden la esperanza. Y nosotros somos solamente un grano de arena para que eso no suceda”.

“Si una sola de ellas participa o quiere que la escuchemos nuestra intervención está cumplida, no buscamos más que ser el vehículo entre el adentro y el afuera”, cierra Graciela porque “en la producción literaria somos todos iguales”.