Por Mario Luzuriaga

Este viernes se inauguró el 23º Festival de Cine Latinoamericano de Rosario en el que durante 10 días se presentarán clásicos y novedosos lenguajes audiovisuales que cuentan historias de nuestra América Latina. Dentro del encuentro se le hará un homenaje al cine cubano, en donde se proyectarán varios títulos. Pero lo más importante es que en la función inaugural del festival se presentó la película «El limonero real» basada en la novela de Juan José Saer. Conclusión dialogó mano a mano con el director Gustavo Fontán, quien contó todo acerca de la película.

-¿Cómo se siente que abran el festival con  «El limonero real»?

-Siento mucho orgullo que se estrene en un festival con mucha tradición y en una ciudad muy querida como es Rosario. Damos el puntapié inicial con la película que es tan afín a la idiosincrasia de toda la provincia de Santa Fe.

-¿Cuando obtuviste tu primer contacto con el material de Saer?

-Fue hace mucho tiempo como lector y estudiante de cine, la primer novela que leí fue «El limonero real» y para mí fue un antes y un después. Es decir la lectura de Saer dejó como una especie de cicatriz que era muy difícil de reparar, que nunca cierra. Y después cuando empezó el cine, el contacto con el río, especialmente el Paraná, conocer su luz, sus habitantes, las islas; hubo algo que me pasó con la novela, con aquella lectura que de algún modo me hizo reconsiderar en la posibilidad de trabajar con el material.

-¿Tuviste mucho tiempo para adaptar la novela?

-Fue un proyecto de cuatro años, es una película grande, difícil de hacer y producir por muchas cuestiones. Yo quería hacer una elección adecuada de los protagonistas, hay una mezcla de actores y no actores, construimos los ranchos y luego hubo mucho trabajo de pre-producción con el equipo. Había que reproducir la luz de un día soleado pasando hora por hora y esa reproducción no era fácil para trabajar.

-¿Hubo complicaciones a la hora de filmar en la locación de las islas?

-Tuvimos mucha suerte porque construímos los ranchos en las orillas de una zona que es inundable, nos arriesgamos a eso y lo hicimos usando las técnicas clásicas como adobe y precisamos sol todo el tiempo. Tuvimos el 90% del rodaje con sol pleno fuimos muy afortunados, meses después subió el agua y nos dio tristeza ver como se destruían los ranchos. Pero de algún modo nos hizo saber que estábamos rodando con esa fragilidad que ese ámbito tiene y hay algo de eso en la película.

-¿Cómo fue trabajar con actores que no lo son? 

-Cuando uno elige a un no actor lo primero que piensa es que está eligiendo a alguien que tiene algo personal, que uno entiende que le sirve a la película. Son personajes que no tienen que desarrollar matices, sino que uno toma de ellos algo que le es propio. Y luego una combinación de actores que fueron elegidos muy cuidadosamente pensando que su posibilidad de representación, se acerque al no actor. Fue muy bueno y me gustó mucho hacerlo. Estoy feliz de haberlo hecho.

-¿Qué opinión tenés con respecto al momento que vive nuestro cine?

-Creo que cine argentino hace muchos años tiene algo increíble, hay una enorme variedad y diversidad de relatos y que estas filmografías son difíciles de encontrar. Por supuesto que los subsidios que tienen desde el INCAA son de bajo presupuesto, he trabajado en producciones de bajo presupuesto pero el mismo permite a que se desarrollen porque son una ayuda enorme. Esperemos que las condiciones del INCAA se mantengan y que no sufra muchos cambios, como los que ha sufrido el país y que haya una política que defienda lo que hemos conseguido después de tantos años de trabajo y esfuerzo.