Por Mario Luzuriaga

Diego De Bruno es fotógrafo y tiene una amplia trayectoria retratando bandas de rock. Ahora volvió a su primer amor que es el cine. Es por esto que decidió realizar el corto «El Silencio de Mario», basado en el cuento del autor rosarino Néstor Sappietro, en la que el propio escritor colaboró en aportar ideas y sugerencias. Y como el rock no podía faltar, diversos músicos se transformaron en actores para darle vida a estos personajes. El corto se estrena el próximo viernes a las 20 en el teatro Arteón (Sarmiento 778).

-¿Cómo fue emprender este proyecto?

-La verdad es que desde que tengo memoria siempre quise dirigir cine. Yo empecé con la fotografía de grande y la verdad que hacer esto es un pequeño sueño. Entiendo que es un corto, un primer paso, pero para mi es lo que siempre soñé a lo que pueda llegar a venir o no. Estoy muy contento de haberlo hecho y pensado, me gustó mucho el resultado final. Antes era más racional y pensaba que muy poca gente podía vivir de hacer producciones audiovisuales, tenía una trabajo más convencional. Pero un día me enfermé y me dediqué a la fotografía y la visión de la vida me cambió, creo que uno tiene que hacer lo que le gusta y si eso es le parece bueno a los demás, es un regalo extra.

-¿Por qué elegiste en particular?

-Me encantó el cuento y quería experimentar algo más que la fotografía y realmente todo ese conjunto de cosas me motivó a realizar el corto.

-¿Cuánto tiempo duró el rodaje del corto?

-Fue una lucha que tenía con la gente que trabajó, mi intención era filmarlo durante una jornada  y todos me decían que lo haga en dos o tres y al final lo hicimos en una jornada larga. Tuvimos el ensayo, la pre-producción, todo ya armado para empezar a grabar, igual creo que debió haberse filmado un par de días más pero tampoco nos acompañaba el presupuesto. Si hoy volviera hacerlo, lo haría diferente, pero se hizo como yo quería.

-¿Cuando obtuviste por primera vez el material?

-El cuento es de Néstor Sappietro, un escritor rosarino que me encanta, porque escribe sobre lo cotidiano y ese tipo de cosas. Que no sé si es muy reconocido, tengo esa sensación de no sé porque un escritor, músico o fotógrafo es más reconocido que otro, sabiendo que tienen un talento similar. Con Néstor me pasa eso, es un tipo que escribe parecido a otros que si son reconocidos; y tiene eso «under» que me atrae por sobre todas las cosas. Y lo leí en una mañana y me gustó mucho y pensé hacer un guión junto a Hernán Druetto que se lo mostré a Néstor. Le gustó la idea y me mandó a la noche un mensaje privado, ideas para los personajes, porque se había quedado colgado con el guión. Y me simplificó un montón de cosas que no tenía que imaginar. Y respetamos mucho el cuento.

-¿Qué fue lo que más te gustó filmar?

-Lo que más me gustó, que a diferencia que me dedico a la fotografía, fue trabajar en equipo. El cine necesita una dinámica que es importante a la hora de rodar. Ver las ideas y el talento que aportan los miembros del rodaje, uno aprende mucho.

-¿Al ser fotógrafo fuiste muy puntilloso a la hora de retratar la película?

-Yo tengo un problema con eso, yo en las fotos creo mucho en la técnica, por ahí te limita a hacer otras cosas porque ves que tienen que salir perfectas. En este caso estuve más quisquilloso a la hora de ver como funcionaban los actores, el guión, más que con la imagen en sí. Le puse el ojo a que la historia sea entretenida, ser libres a la hora de crear.

-¿Por qué se te ocurrió que los actores sean miembros de bandas de rock?

-Básicamente porque tengo más trato con el ambiente del rock y siempre tengo la sensación de que son buenos actores. Porque al compartir viajes y demás, los chicos no van y tocan, suben al escenario y se mueven de una manera muy diferente. Conocí a muchos que les interesa actuar y que han estudiado cine. Uní esas dos cosas y también los músicos tenían ganas de experimentar otras cosas.