Por José Odisio

Había que cortar la racha. No importaban las formas. La mochila ya se hacía insostenible y no había explicaciones lógicas a tal situación negativa. Y por eso el gol de Maxi Rodríguez sobre el descuento fue un desahogo para todos, y más allá de tener su carácter de épico, pareció un capricho del destino para darle a la Fiera un guiño entre tantos padecimientos que debió soportar en estos últimos años.

El héroe fue Maxi, y no fue casual. Es que la Fiera no transitaba por su mejor partido, pero cuando tuvo la chance sacó a relucir su jerarquía y no perdonó. Y seguramente ese disparo que terminó en la red y provocó el delirio, sirvió para cicatrizar las heridas que arrastraba por las críticas muchas veces malintencionadas que debió soportar, o las pintadas y luego las balas que sufrió su abuela en medio de la locura injustificada por perder un partido que para muchos es «vida o muerte».

Jugó mal Newell’s, en especial la primera parte, y allí apareció otro héroe, Luciano Pocrnjic. Tampoco fue casual. La Lepra de visitante no viene con buenas perfomances, pero de alguna manera siempre sale a flote. Y el arquero leproso está en un momento bárbaro, y muchas veces sus atajadas mantienen con vida al equipo, para que luego, de alguna forma o por algún designio del destino, llegue un gol y el equipo sume de a tres.

Sin importar cómo, sin poner a los merecimientos como fundamento, sin detenerse a realizar análisis que a nadie les van a importar, Newell’s cortó la racha. Y esa pesadilla que lo dejó tres años sin dormir, ayer se transformó en un hermoso sueño. Porque las rachas están para cortarlas y si es con un gol sobre la hora mucho mejor.