Desde la Universidad Austral explicaron el por qué de este fenómeno tan usual en los últimos modelos de teléfonos celulares. Por otro lado, aclararon las notebooks vienen explotando desde hace más de una década.

“Los celulares, tablet, notebooks más potentes tienen microprocesadores más rápidos, que consumen más energía y se quedan pronto sin batería.  Para mantener la autonomía en dispositivos que consumen cada vez más, no queda otra que cargar más energía en la batería. Cada modelo nuevo carga en su batería más energía que el anterior, lo que lo hace también potencialmente más explosivo”, el explicó el profesor de la Facultad de Ingeniería, Alejandro Silvestri.

Según contó Silvestri, para evitar reducir la autonomía, los fabricantes deben incluir una batería más grande, más pesada y más cara. “Afortunadamente hay una manera de evitar este sobrecosto, sobrepeso y sobrevolumen: basta con sobrecargar la batería. Los celulares tienen mayor autonomía con una batería sobrecargada. La presión del mercado lleva a los fabricantes a explorar este camino cada vez con más frecuencia. El único problema es que cuanto más sobrecargada esté una batería, más probabilidades de incendiarse espontáneamente.  Todo no se puede”, agregó.

Antes, una batería defectuosa tenía una autonomía reducida, hoy se incendia.

 ¿Se incendian o explotan?

La primera ley de la termodinámica dice que la energía no se pierde, sino que se transforma.  Una batería es un contenedor de energía, con la capacidad de entregarla de manera controlada bajo la forma de electricidad, que se consume en el microprocesador en el caso de un celular, o en un motor en el caso de una patineta hoverboard.

“La cuestión es que si el contenedor de energía se rompe, la energía se transforma inevitablemente en calor. Un defecto de la batería puede hacer que la energía se consuma internamente, convirtiéndose en calor. En el mejor de los casos, la batería se entibia y consume su energía lenta y completamente. En el otro extremo, el calor levanta mucha temperatura, lo que deteriora aún más la batería aumentando su cortocircuito, aumentando el calor y la temperatura. Es lo que técnicamente se conoce como «realimentación positiva», que concluye con una explosión. La explosión tiene la ventaja de dispersar partes de batería con energía residual, evitando su concentración en un punto”, indicaron desde la Universidad.

Hay una situación intermedia más interesante: cuando la realimentación positiva no es lo suficientemente rápida como para producir una explosión, pero sí para continuar elevando la temperatura.  En este caso toda la energía de la batería se transforma en calor en el mismo punto, pudiendo elevar la temperatura por encima de la del sol, a un nivel en que ningún material puede permanecer en estado sólido.  En este caso la batería puede incendiar literalmente cualquier cosa, derritiendo cualquier contenedor.

A diferencia del fuego, que necesita oxígeno para la pirólisis, la batería no necesita nada exógeno, y su cortocircuito es imposible de ahogar.

Las patinetas (los hoverboards) tienen baterías más grandes, con enorme cantidad de energía para hacer frente a exigencias de autonomía descomunales. Cuando éstas se ponen en cortocircuito, se pueden convertir en un soplete que derrite cualquier cosa. En un avión pueden romper el casco, y por eso están prohibidos en los vuelos, aun en las bodegas.

El uso de energía per cápita aumenta anualmente, y la adopción de formas más eficientes (como el led o el tubo fluorescente contra la lámpara incandescente) no logran contrarrestar este aumento.  Hoy los celulares tienen Gorilla Glass. Quizás en un futuro vengan blindados para contener sus explosiones, y los auriculares y manos libres empiecen a considerarse medidas de seguridad.