Desde luego, el narcotráfico y el término acuñado por algunos en Santa Fe, “narcosocialista”, para definir al socialismo, no podían estar ausentes en la entrevista. En ese sentido, Rubén Galassi, diputado provincial y referente del Partido Socialista, expresó que “duelen las mentiras y las falsas imputaciones” y que la palabra “narcosocialista fue una actitud irresponsable de algunos dirigentes que lo utilizaron para causar un daño político a una fuerza que gobernaba la provincia de Santa Fe”. Señaló que hay un interés político en atacar a Antonio Bonfatti, habló de la relación con sus hijos y cuestionó que se imponga el impuesto a las Ganancias a trabajadores y jubilados.

—¿El término “narcosocialista” fue un plan para socavar al socialismo?

—No fue un plan político pergeñado por alguien desde algún lugar con planificación sistemática. Creo que fue una actitud irresponsable de algunos dirigentes que lo utilizaron para causar un daño político a una fuerza que gobernaba la provincia de Santa Fe. El tema del narcotráfico debe asumirse con mucha responsabilidad, poniendo todas las energías y los recursos estatales para combatirlo. Utilizarlo políticamente es una infamia y un modo de fortalecer el accionar de los delincuentes. Porque la división de quienes tenemos las responsabilidades de combatirlo, sólo ayuda al que delinque, que aprovecha las grietas dirigenciales para seguir expandiendo su negocio violento e ilegal. Fue un accionar irresponsable para debilitar una fuerza política, apoyado por algunos dirigentes y medios de comunicación, que lo único que hacen es fortalecer a los delincuentes para que sigan expandiendo su negocio a costa de las grietas políticas. Repito que se trata de un problema nacional. Aunque es cierto que se asoció este flagelo a un frente político, que es el nuestro, pero eso muestra el deliberado accionar de -entre otras cosas- muchos medios de comunicación. No hacían el mismo análisis en Buenos Aires, Córdoba o Mendoza, donde también existe el problema del narcotráfico. Valoro que el gobierno nacional lo haya tomado como cuestión de Estado, en la agenda pública. Aspiro a que enfrentemos a este enemigo común con todas las fuerzas estatales porque es un cáncer para la sociedad.

—¿Le duele que le digan que pertenece a una secta narcosocialista?

—Nos duelen las mentiras y las falsas imputaciones, más tratándose de un cáncer social. Pero uno camina con los lugares de siempre con la conciencia tranquila. Los familiares directos, quienes nos conocen, saben que se trata de una mentira. Aunque es grave, se puede sobrellevar. Lamentablemente en la política se apela al vale todo y quienes estamos en la función pública, sabemos que ese es un precio que hay que pagar. No me victimizo ni pido compasión; pero tampoco lo comparto. Yo debato con polémica, pero nunca apelo a bajezas como éstas, que cruzan todas las barreras de la ética y a la corta o larga, se les vuelve en corta a quienes la utilizan. Sentimos la seguridad y tranquilidad de saber por cuáles caminos transitamos.

—¿Qué le dice, qué habla con sus hijos en este marco y cómo reaccionan?

—Mis hijos saben lo que hacemos y cómo vivimos, siento la seguridad y tranquilidad de saber por qué caminos transitamos, porque en definitiva lo hacemos juntos. Ninguno de ellos son militantes políticos, están en otras actividades. Con ellos hablamos mucho, saben lo que somos y en ese sentido, siento en ellos (sin necesidad de un diálogo extenso) que acompañan, comprenden y saben lo que hacemos todos los días.

—¿Hay interés político en socavar la figura de Antonio Bonfatti?

—Sí, atado a lo que decía antes. Cuando se disputa poder, algunos apelan a cualquier mecanismo. Son más fáciles las calumnias, el rumor y las acusaciones infundadas, que pararse a debatir de frente con un dirigente de trayectoria, formación y convicción: con una historia de vida que puede sostener lo que dice y lo que hace. Como eso no da el resultado esperado, se busca el atajo del “algo habrá hecho” hacia una persona que sufrió un atentado personal. Estos son límites lamentables que se cruzan en las disputas por poder. Había épocas cuando defender una idea te costaba la vida, hoy en día se generan estos mecanismos donde te tratan de limar por el lado de la infamia.

—Comienza un año electoral y arranca el “vale todo”. ¿Están preparados para eso?

—Siempre aspiramos a que se imponga el debate y la racionalidad sobre el vale todo. Nosotros no caeremos en eso, seguiremos planteando nuestras ideas, asumiendo errores como procesos políticos. Todavía no hay definiciones concretas acerca de nombres, le puede tocar a Antonio (Bonfatti) o a cualquier otro. Llevaremos candidatos en las ciudades y comunas, participaremos de un frente electoral para competir en los comicios de diputados nacionales. Esperemos que el debate sea con ideas y propuestas para mejorar la realidad de la gente, y no con falsas acusaciones que dañan a la institucionalismo en sí, porque abonan a la anti política y al pensamiento general que el sistema democrático no ayuda a resolver los problemas.

—¿Qué balance hace del ciclo legislativo que se termina en Santa Fe? Esto teniendo en cuenta que la gente no suele tener una mirada positiva de la actividad legislativa en general.

—Estuvimos a la altura de las circunstancias, cumpliendo nuestras responsabilidades. Entiendo que la ciudadanía tiene una mirada crítica de la labor legislativa, pero hemos sancionado importantes leyes vinculadas a seguridad, justicia, salud, ciencia y demás. Así, sancionamos el cannabis medicinal u otra ley que defiende los derechos de los docentes particulares para poner freno a los despidos arbitrarios. Discutimos muchas otras iniciativas. En líneas generales, hemos sancionado decenas de leyes y con media sanción, más de cien. Un trabajo que no se percibe en su real magnitud, pero creemos que hemos cumplido con el mandato constitucional de legislar.

Entre otros, el gran tema en el país hoy es Ganancias sí o no para los trabajadores y jubilados. ¿Cuál es la posición del socialismo?

—La posición del socialismo es que estamos en contra del impuesto al trabajo desde siempre, porque éste es el sustento para vivir y no se le puede poner precio. Eso debería ser cuando existen ingresos que signifiquen ganancias excepcionales, pero estamos hablando de otras categorías. El país necesita de una vez por todas la discusión de un nuevo sistema impositivo que sea equitativo, justo y que permita financiar todas las cosas que tiene que asumir el Estado: infraestructura, inversión, desarrollo social, productivo y económico. En la medida que sigamos discutiendo parches, vamos a tener estas encrucijadas. Empieza esta ley que tuvo un sentido originalmente y hoy está distorsionado. Por otro lado, las entidades financieras siguen rigiéndose por una ley de la última dictadura militar y con una carga muy limitada. Les sacamos las retenciones a las mineras que es una actividad extractiva (nosotros consideramos que deben existir pero también tributar), les sacamos cargas a sectores que explotan los recursos naturales obteniendo importantes ganancias, y en proporción sostenemos estos impuestos a los trabajadores. También sostenemos el IVA, donde paga el mismo impuesto (21%) un jubilado que un millonario. Entonces el país debe rediscutir su estructura impositiva. En la provincia tenemos que la valuación sobre la que se tributa el impuesto inmobiliario, urbano y rural, que es un impuesto al patrimonio, es irrisoria. Eso también tenemos que sincerarlo porque es una distorsión. Ojalá se dé la discusión que venga de la mano de un nuevo régimen de coparticipación que nos ayude a construir un país más justo.

Primera parte

“Si creemos en personalismos no lograremos hacer una sociedad mejor”