Por José Odisio

Noche de despedida. Y también de confirmación. Diego Mateo sorprendió a propios y extraños y decidió retirarse. Y Newell’s se sumó al festejo con una actuación contundente que lo dejó en el podio del torneo y lo proyecta como candidato, por más que Osella sienta que es más cómodo bajar el perfil.

Con perfil bajo, así se retiró Mateo. Sin estridencias ni anuncios previos. Poniendo a Newell’s por encima de todo. Por eso se lo comunicó a Osella y sus compañeros un día antes y se lo ratificó en el vestuario del entretiempo. Simple. Sin vueltas. Sin buscar trascendencia. Conformándose con el aplauso del hincha y el grito de guerra «Pomelo… Pomelo…».

Pero el fútbol a veces tiene actos de justicia. Y la última pelota que tocó el rubio volante no fue un quite con el alma, lo que hubiera sido una reseña de su carrera, fue un gol. Para que el final tenga tintes cinematográficos.

Tan cinematográfico como el triunfo de Newell’s. Contundente. Lujoso. Con rendimientos individuales superlativos. Y seis goles. Sí seis, algunos para aplaudir de pie. Y para ponerse la chapa de candidato, que tras esta actuación no parece una exageración.

Final de año. Con lágrimas por la despedida de un ídolo. Y con la ilusión encendida por un equipo que tras ganar el Clásico empezó a creer en sí mismo. Y va por más.