Por Carlos Duclos

Inflación, recesión, presión tributaria y de costos de servicios para “todos y todas”, desempleo y aumento de la pobreza, que muchos curas ven en sus parroquias cuando se acerca la gente a pedir ayuda o “algo para comer”, es lo que ha mostrado hasta ahora el gobierno de Macri como auténtico cambio. Un blanqueo VIP para sus funcionarios, un Ansés que se burla de los jubilados por su pésima atención y ausencias de turnos para hacer reclamos, por exclusiva responsabilidad de los funcionarios políticos, mucho marketing, narcocriminalidad (delito que le corresponde atacar a la Nación) sin resolver, es el signo que deja Cambiemos en gran parte de la sociedad argentina y no mucho más pasado un año de gestión.

Y el inicio de esta columna, que parece el de un opositor político, no convalida, de ninguna manera, los desaguisados y disparates rencorosos de la anterior gestión ni de ninguna que haya obviado lo indispensable: la dignidad humana.

La Patria extraña figuras como Perón, Frondizi, Lisandro de la Torre, Palacios, Balbín o el mismo Raúl Alfonsín, quien, mirado desde la distancia y desde esta realidad patética, se erige posiblemente como la última figura digna, de peso, que dio la política argentina.

Hoy ciertos políticos unitarios o “federales convertidos al unitarismo por conveniencia”, se han vuelto meros advenedizos, sujetos interesados en perpetuarse en el poder, pero no ocupados en el interés del ser humano. No sólo ocurre en la Nación, también en la provincia y en las ciudades.

Y así vemos a algunos que ayer se decían progresistas hoy tornados liberales; o a quienes ayer eran radicales progresistas y de Alfonsín y De la Rúa, hoy con Massa y Felipe Solá. ¿Hay que hacer nombres? Es que algunos y algunas deshojan “margaritas”. No hay por qué sorprenderse si el radical Barletta formó parte de un entramado progresista y hoy baila al compás del macrismo. Después de todo, estimado lector, “La Piba” se pasó de la JP a Cambiemos, no sin antes coquetear con otras corrientes políticas y gobiernos. ¡Ah, que generosa es esta Patria!

Tanto se ha degradado la política en manos de estos mequetrefes de uno y otro signo, que al final en la Casa Rosada se sentaron unos Ceos que hacen “retiros espirituales”, como el que empezó hoy, al mejor estilo de las grandes corporaciones empresariales del mundo. ¡Vaya, como si la Patria fuera una empresa!

Empresarios y Ceos que, de todos modos, han aprendido muy bien la lección de ciertos hombres políticos argentinos, quienes, guitarra en mano, han payado y prometido, pero no han cumplido… casi nunca.

No extraña que el presidente Macri haya proclamado durante su campaña que Ganancias se eliminaría para los trabajadores y jubilados y nada de eso haya sucedido. Mañas politiqueras alimentadas por la gente de publicidad e imagen. Aquello de que “el fin justifica los medios”, cuando se trata del destino del ser humano, es lamentable.

El diario La Nación en su edición de hoy al anunciar el “retiro espiritual” macrista, ha dicho: “Se trata de una pausa para volver a tomar impulso. Todos juntos, más allá de las diferencias y los debates internos. De análisis y repaso, pero también de balance y futuro. Todo esto ocurrirá en la residencia oficial del complejo turístico de esta ciudad (Chapadmalal).

¡Pero señores! ¿Hace falta un retiro espiritual para hacer balances y planificar el futuro? Bastaba con que se distribuyeran unas biblias a los integrantes del gobierno y recomendarles la lectura de ese pasaje de Corintios que dice: «Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándolos más, sea amado menos”. Pero claro, semejante acción en favor del prójimo no es para corazones que se han petrificado y no ven en el ser humano común sino un objeto de votar y pagar impuestos.

Pero atención, estimado lector, todo esto no sería posible sin el silencio cómplice de muchos gremialistas que se dicen del “campo popular”, de ciertos medios que sostienen campañas desde hace tiempo para sostener lo que sin tal red de contención ya hubiera tropezado y sin el consentimiento de buena parte de nosotros (primera persona) que priorizamos a los amigos aunque vengan degollando. No está bien.

¡Oh si viviese Tato Bores! Seguramente hubiera acabado su genialidad monológica con un… “Retiro espiritual, vermouth con papas fritas y ¡good show!”.