Por José Odisio

Nadie imaginaba que Newell’s iba a irse al receso como escolta de Boca. Pocos creían que el ciclo Osella tendría este vuelco positivo. Sólo los más optimistas confiaban en recuperar futbolísticamente al Gato y a Nacho. Pero sucedió. Los planetas se alinearon, el cuerpo técnico llegó con su mensaje al grupo y el triunfo en el Clásico fue un envión anímico tremendo. Y entonces, pensar en pelear arriba no resulta una locura.

El equipo está armado. La salida de Advincula y Mateo genera obligación de recambio, ninguno de los dos eran piezas insustituibles. Escobar o alguno de los laterales que se mencionan pueden cubrir sin problema la ausencia del peruano. Y si bien nadie podrá reemplazar lo que representa Pomelo desde la entrega y su amor a Newell’s, desde lo futbolístico ya quedó demostrado en el torneo que Prediger o Sills son alternativas más que interesantes.

Y de yapa, si el ingenio suple a la billetera, la Lepra puede sumar un delantero por la lesión de un Tevez que hoy apenas iba al banco.

El gran dilema será una vez más lo que puedan entregar Maxi, Scocco y Formica. Porque Moiraghi acomodó la defensa y Quignon es el gestor del mediocampo, pero sin la presencia desnivelante y determinante del tridente ofensivo es imposible pensar en algo más. De ellos depende que Newell’s se mantenga en el lote de arriba y aspire a clasificar a una Copa, o pueda ilusionarse con pelear el título. Con este Newell’s nada parece ser una locura.