Por José Odisio

Año nuevo, ilusiones en marcha. Todo está permitido. No hay límites. Obviamente cada parte tiene distintas responsabilidades. Dirigentes, jugadores, cuerpo técnico conocen los límites y deben poner reparos a las expectativas previas. Los hinchas, en cambio, tienen permitido soñar en grande. Y nadie tiene derecho a contradecirlos. Al menos hoy.

El panorama no están malo como hace un año. Hoy Newell’s transita por la parte alta de la tabla y el equipo parece haber encontrado el rumbo. Osella es responsable de ese cambio positivo, pero sin la respuesta de los jugadores, sería imposible estar tan bien.

Y a la hora de los deseos, cada uno pondrá sus prioridades. Los dirigentes pedirán plata, para acomodar las deudas internas y por qué no, soñar con esa segunda bandeja del Palomar que empieza a tener forma. Pero nada de eso servirá si no hay paz. Basta de violentos que desestabilicen. Basta de balas. Que los malos no se salgan con la suya.

Osella pensará en refuerzos que le permitan mantener la estructura que armó. Menos lesiones también sería de ayuda. Y los jugadores ansiarán mantenerse arriba, en la pelea con los más poderosos, y así pensar en ingresar a una Copa y volver al plano internacional.

Y queda el hincha. El incondicional, que nunca claudica. Que festeja en las buenas y banca más en las malas. Ese que siempre sueña con un título, pero que podría resignarlo por un festejo agónico y apoteótico como el del último Clásico.

Año nuevo, ilusiones en marcha. El Parque se llenó de deseos. ¡A cumplirlos!