El famoso narcotraficante Joaquín «Chapo» Guzmán fue entregado hoy por México a autoridades de Estados Unidos, en condición de extraditado, para que sea juzgado en la potencia norteamericana por graves delitos, se informó oficialmente.

«Para dar cumplimiento a los acuerdos de extradición, esta dependencia del Gobierno Federal puso a disposición de la Procuraduría General de la República a Joaquín Guzmán Loera, y a través de la misma, el Gobierno de la República el día de hoy entregó al Señor Guzmán Loera a las autoridades los Estados Unidos de América”, dijo un comunicado de la Cancillería mexicana.

La decisión fue anunciada después de que un tribunal colegiado en materia penal rechazara el miércoles dos recursos de apelación presentados por la defensa del jefe del cartel de Sinaloa en contra de la extradición, concedida por el gobierno en mayo pasado y discutida en los tribunales desde entonces.

Para concretar el trámite de extradición, el «Chapo» fue trasladado hoy desde la cárcel de máxima seguridad de Ciudad Juárez donde estuvo detenido hacia el aeropuerto internacional de la región, donde se hizo la entrega del reo, señalaron a la prensa mexicana fuentes judiciales y gubernamentales.

Hasta las 20 de Argentina, no había informes fehacientes ni oficiales que señalara que el extraditado estaba en vuelo hacia algún lugar de Estados Unidos.

No obstante, los medios adelantaron que era inminente la salida de un avión, en principio hacia Nueva York, con el Chapo a bordo.

México concedió a Estados Unidos la extradición de Guzmán para que sea juzgado por graves delitos que se le imputan en Texas y California, luego de asegurar que recibió garantías de que al jefe del cartel de Sinaloa no se le aplicará la pena de muerte.

Guzmán fue protagonista de memorables fugas de prisiones mexicanas y por años enemigo número uno de la DEA (la agencia estadounidense que combate el narcotráfico).

El capo es requerido por distintos tribunales estadounidenses. Una corte de California lo busca por asociación delictiva y distribución de cocaína, mientras que en Texas es reclamado para rendir cuentas por asociación delictiva, delincuencia organizada, narcotráfico, lavado de dinero, homicidio y posesión de armas de fuego.

En Texas existe la pena capital por asesinato, uno de los delitos que se le achaca en ese estado. Pero la cancillería mexicana aseguró al momento de conceder la extradición que «el gobierno estadounidense proporcionó las garantías suficientes de que no se aplicará la pena de muerte al señor Guzmán».

En el pasado, México se mostró contrario a conceder la extradición antes de que Guzmán pagara en el país las cuentas pendientes con la justicia.

En enero de 2015, esa convicción llevó al fiscal general de México, Jesús Murillo Karam, a decir que «El Chapo» tiene que cumplir primero sus penas en México y ser extraditado a Estados Unidos recién «unos 300 o 400 años después».

Pero cinco meses después Guzmán saltó a la tapa de todos los diarios del mundo con una espectacular fuga del penal del Altiplano, a través de un túnel de 1.500 metros que unió a su celda con la libertad.

Esa fuga puso en ridículo a las fuerzas de seguridad mexicana, una afrenta que terminó en enero de este año, cuando el capo del narcotráfico fue recapturado en las sierras de Sinaloa y devuelto a la cárcel del Altiplano.

La posición de las autoridades mexicanas frente a las demandas de extradición de Estados Unidos cambiaron después de esta fuga y las especulaciones en torno a un envío inminente a la potencia norteamericana se multiplicaron cuando el narcotraficante fue trasladado a la cárcel de Juárez, en la frontera con EE.UU.

Esa nueva política llevó al presidente de México, Enrique Peña Nieto, a asegurar que trabajaría para extraditar al Chapo «lo más pronto posible».

Guzmán, por cuya captura la DEA llegó a ofrecer en 2004 una recompensa de cinco millones de dólares, se fugó por primera vez de una prisión en 2001 y logró mantenerse prófugo durante 13 años.