Por Candi

-Es tal como le he dicho alguna vez, mi buen Inocencio, el dinero es necesario, pero no es determinante.

-En eso tiene usted razón. Sin embargo, muchas personas hacen del dinero un fin en sí mismo cuando en realidad no es más que un medio, un medio para alcanzar aquellos propósitos que son necesarios para la vida: alimentarse, vestirse, poseer un lugar donde vivir, atender la salud, la educación y sostener, hasta donde sea prudente y requerido, a los seres amados. Y por supuesto, Candi, atender las peticiones del ocio.

-¿Peticiones del ocio?

-Pues claro, amigo mío, porque el ocio forma parte de la vida del hombre y pide ser satisfecho.

-Tiene usted razón.

-El ocio es necesario, Candi, muy necesario. Sin el ocio bien entendido el hombre sucumbe, termina alienado, enfermo.

-¿Qué sería el ocio bien entendido?

-Aquellas acciones que distienden el cuerpo y la mente, los calman y armonizan y, a la vez, los mantienen sanos y hacen evolucionar. Por ejemplo: si usted se coloca unos auriculares y sale a caminar mientras escucha buena música, eso es ocio bien entendido. Si usted se deja caer en la cama para leer una novela, o unas poesías, eso es ocio bien entendido. Si usted adquiere un auto y sale a pasear con sus seres queridos es ocio bien entendido. O si sale a dar vueltas en su moto, mientras disfruta del viento que le da en el rostro y goza del paisaje, también es ocio bien entendido. Si compra un juego y juega con su hijo, es ocio bien entendido y si se sienta en la noche y admira las estrellas mientras saborea una copa de vino, eso también es ocio bien entendido. Son cosas que producen goce, y el goce es necesario para la vida.

-Muy cierto.

-Como ve, el dinero es importante, pero no puede ser determinante, no puede convertirse en un fin en sí mismo, porque entonces allí se acaba la vida y se entra en la zona de permanencia, de la mera existencia. Cuando el dinero es el centro de todo, entonces comienzan las desgracias de la humanidad.

-Es lo que ocurre.

-Sí, es lo que ocurre… lamentablemente. Pero alguna vez se acabará.

-¿Y que vendrá?

-Un ciclo en donde no habrá pobres imposibilitados de acceder al ocio bien entendido, ni ricos que se han perdido de vivir y no han dejado vivir a gran parte de la humanidad por su ambición patológica.

-Acepto sus palabras, mi buen Inocencio, damos por importante lo que en realidad no tiene importancia, dejamos que lo efímero e inconsistente nos dirija, mientras lo que nos determina nos espera sin que lo miremos. A veces nos espera toda una vida.

-Dejemos ya de hablar, Candi, y vamos por el ocio bien entendido.