El debate sobre la imputabilidad de los niños se reflota cada tanto en la Argentina. Si bien parece ser un fenómeno de los tiempos que corren, el tema viene siendo tratado desde hace ya muchas décadas.

Tal lo comprueba el testimonio de quien fuera tres veces presidente de la Argentina, Juan Domingo Perón, que el 27 de octubre de 1951, hace más de 55 años, planteaba su pensamiento sobre un tema que traerá por estos días “más tela para cortar”.

“Nuestro gobierno siente la responsabilidad de su función, y siente también que en este orden, que es el más importante, tiene mucho que hacer y puede hacer mucho, y está decidido también en eso a cumplir con su deber”, expresaba en un discurso dado durante su primer mandato.

Más adelante,  Perón explicaba: “El método que emplea no es el método coercitivo, es el método persuasivo. Nosotros queremos que cada uno de ustedes sea un buen hombre y para eso los queremos convencer de la ventaja de ser un buen hombre y no llevándolo a la cárcel después si resulta un mal hombre”.

“En esto como se hace con la salud, queremos prevenir para no tener que curar” – exponía el ex presidente – para más adelante decir que la constitución de los reformatorios era “una barbaridad”

Seguidamente, el ex primer mandatario manifestaba: “Lo que yo quiero es que no haya chicos delincuentes, no que haya institutos para cerrar a los delincuentes infantiles. Por esa razón nosotros hemos mejorado las condiciones de vida de la población porque la delincuencia sale de esa miseria, de ese dolor y de esa sordidez del hogar popular”.

“Queremos que el chico tenga sus privilegios, porque teniendo sus privilegios está mejor inclinado a producir buenas acciones y no a desviarse sobre los malos caminos, queremos asimismo que estén bien comidos, que tengan diversiones y que en fin tengan lo que deben tener los muchachos para que no se inclinen mal”, consideraba el ex general de la Nación.

Finalmente, las palabras de Perón redondeaban su pensamiento al respecto: “Y si a pesar de eso se inclina mal, nosotros nos inclinaremos al camino de readaptarlo, de meterlo al buen camino del cual no debería haber salido, pero no encerrarlo en un reformatorio. Yo soy contrario a los reformatorios y a todos los que piensan que el reformatorio puede ser un remedio para la juventud o para los chicos”.