Por Pablo Bloise

Sinsabores al principio, ilusión en el final. El año leproso estuvo signado por los malos resultados en los primeros meses, pero despide el 2016 con un resurgimiento impensado para todos, pero más que justificado en la cancha.

De Bernardi a Osella. El ex capitán leproso no cumplió con las expectativas y se tuvo que ir luego de la derrota en el primer clásico del año. Tras esa cachetada en Arroyito, el actual entrenador rojinegro arribó al Parque para hacerse cargo del equipo.

La algarabía que hoy abunda, no debe hacer olvidar los malos momentos vividos al principio. El Newell’s de Osella no jugaba bien y no sumaba puntos. Y cuando superaba a su rival desde lo futbolístico, tampoco lograba el triunfo.

Su continuidad estaba en jaque. Tanto es así que en las elecciones presidenciales la mayoría de los candidatos traía consigo un nombre para reemplazarlo. El único que quiso que siguiera sentado en el banco fue Eduardo Bermúdez, el ganador.

La renovación de confianza por parte de la nueva comisión directiva despertó algo en el cuerpo técnico, que bien supo transmitirlo a sus dirigidos. Con un mercado de pases movido, con algunos nombres que se consolidaron y otros que no han tenido ni un minuto en cancha, Osella fue moldeando un equipo ganador. No jugaba bien, pero al final del partido Newell’s era el que festejaba.

Eliminado de la Copa Argentina en manos de Deportivo Morón, sólo quedaba mirar hacia el torneo. Con una defensa sólida y un mediocampo tenaz, Newell’s soportó la corta ausencia de Ignacio Scocco por lesión y continuó su rumbo hacia la cima de la tabla, donde primero lo esperaba Estudiantes, y luego Boca.

Los números mandan. Osella renovó su contrato y está más consolidado aún en su puesto, desde donde buscará mantener el ritmo que lo llevó hasta el segundo lugar. No será fácil. Ya no están Mateo ni Advíncula. La comisión deberá asumir su rol y moverse en el mercado de pases si quiere un equipo protagonista.