Dentro de la CGT comenzó a percibirse cierta incomodidad por el alineamiento que guía el vínculo entre la central obrera peronista y el Gobierno. La primera reacción en contra de la postura que adoptó el triunvirato de mando surgió de la denominada Corriente Federal, cuyo líder es el bancario Sergio Palazzo, de aceitados vínculos con el kirchnerismo. Ahora, el que reclamó un endurecimiento fue Antonio Caló , el jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y número uno de la CGT oficial durante el último mandato de Cristina Kirchner .

«Comparto el diálogo que se tuvo y lo que se pactó con los empresarios, pero la verdad es que no se ha cumplido. Fue un fracaso. Terminadas las vacaciones, la CGT tendría que convocar a todos los secretarios generales y barajar y dar de nuevo. Hasta ahora ha acompañado al Gobierno, pero lamentablemente no tenemos respuestas. Los trabajadores de abajo nos preguntan hasta cuándo. La UOM va a plantear que ahora es el momento para definir un plan de lucha», dijo ayer Caló a La Nación.

El malestar de Caló se suma a los reclamos que ya habían manifestado otros gremios, como bancarios, pilotos aeronáuticos, docentes, textiles y gráficos. De hecho, este último gremio impulsará hoy un paro sectorial en solidaridad con los despidos que hubo en Artes Gráficas Rioplatenses.

Luis Barrionuevo , otro de los viejos jefes que tuvo una de las CGT hasta el año pasado, también está interesado en debatir sobre el alineamiento con el Gobierno. El referente gastronómico organiza un encuentro de dirigentes sindicales en Mar del Plata y prevé plantar posición, sobre todo, en lo relativo a las próximas negociaciones salariales.

Barrionuevo abrió la compuerta para los primeros rechazos al plan oficial de paritarias, que contempla negociaciones salariales por debajo del 20%. «Tenemos un desfase de 7%: cerramos en 34%, pero la inflación fue del 41% y no tuvimos compensación con un bono de fin de año. Antes de negociar 2017, vamos a pedir reabrir el acuerdo por esos siete puntos que nos faltan», advirtió.

Casi a la misma hora que la cúpula de la CGT se reúna hoy con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca (ver aparte), un grupo de militantes de la UOM se movilizará a la sede laboral de Alem para advertir sobre 500 despidos que serían inminentes en la fábrica de computadoras Banghó. La crisis del sector se agudizó a partir de la política del Gobierno de abrir las importaciones y de bajar los aranceles de producción. Desde 2016, la UOM sufrió 9000 despidos y 14.000 suspensiones, según Caló, quien denunció el incumplimiento del pacto antidespidos acordado con el Gobierno y los empresarios en la mesa tripartita.
«Respetamos el cambio que eligió el pueblo. Pero si el cambio es que aumentan la luz, el gas, la nafta, el colectivo y que no haya trabajo, no vamos a acompañar.Nos vamos a quedar sin industria nacional. No podemos competir con la India ni con China. Acá tenemos vacaciones, aguinaldo, cobertura por accidentes. En esos países eso no existe y por eso las cosas son más baratas», argumentó Caló sobre el conflicto específico de la fábrica Banghó.