Por Mario Luzuriaga

Kurt Cobain era una persona que, desde chico, acarreó algunos problemas, desde a la separación de sus padres hasta ser víctima de bullying por parte de sus compañeros. Y trasladó su sufrimiento tanto a su música como a la actitud adoptada en el escenario, de modo tal que logró erigirse como un verdadero símbolo para toda una generación de jóvenes marcada por el fin de la guerra fría, la incertidumbre, el avance tecnológico y la apatía política.

A mediados de los ochenta formó «Nirvana» una banda con influencias del punk rock y de tradicionales grupos como Led Zeppelin y los Beatles. Con esta formación, el grupo editó “Bleach”, un disco que sin llegar a ser un suceso de ventas logró ubicar a la banda dentro del panorama de un nuevo movimiento que comenzaba a forjarse: el grunge.

En 1990 graban «Nevermind» su gran disco que incluía temas como «Smells like teen spirit», «Come as you are», «In Bloom», entre otros. Con millonarios ingresos y una sobreexposición mediática insospechada, estos hechos hicieron mella en la débil situación emocional de Cobain, quien públicamente manifestó su incomodidad ante esta eventualidad.

En 1992 llegaron a Argentina y brindaron un recital en la cancha de Velez Sarsfield en el que también tocaron Joe Cocker, B52’s y Keith Richards. Finalmente en 1994 el cantante, luego de haber tenido discusiones con su esposa Courtney Love y problemas con su adicción a las drogas; el músico se suicidó a los 27 años de edad dejando una gran huella en el rock.