Por Pablo Bloise

El oro en Río 2016 no fue casualidad. Cecilia Carranza se instaló en Brasil meses antes de los Juegos Olímpicos. La intención era entrenar, trabajar, conocer el terreno y no tener ninguna sorpresa a la hora de competir. Claro que su acompañante fue Santiago Lange, el hombre que hizo lagrimear a todos con una historia de vida increíble y una medalla más que merecida para ambos.

La constancia y el trabajo fueron dos cosas que siempre estuvieron presentes en la vida deportiva de la rosarina. “Siempre fui una luchadora. Tuve que pelear mucho para lograr lo que logré”, le confió Conclusión.

Habilidad y astucia. Dos ingredientes infalibles a la hora de competir hicieron posible lo que era un anhelo impensado hace algunos años. La regatista local trabajó mucho desde muy chica, intentando hacerse un nombre en un deporte para nada sencillo (y mucho menos en Argentina). Hoy, su más preciado anhelo es una ruidosa realidad que le infla el pecho de orgullo.

¿Qué valor cobra la medalla después de todo este tiempo y ya con la cabeza más calma?

—Me alegra mucho por el deporte argentino. Por los chicos que quieren ir a un Juego Olímpico y les cuesta tanto como me costó a mí. Yo siempre fui de pensar que si se quiere, se puede. Y es mucho más satisfactorio dar ese mensaje con la medalla de oro en la mano. Yo también fui chica, y me convencí de que tenía que trabajar para lograr lo que quería.

¿Y en lo personal?

—Nunca me voy a olvidar de esa sensación. Siento un orgullo increíble. Lo sigo disfrutando como el primer día, y por suerte la gente no me lo hace olvidar. Es algo muy lindo lo que me está pasando.

Hace tiempo le contaste a Conclusión que se habían mudado a Brasil meses antes de los Juegos para entrenar en el lugar en el que iban a competir. ¿Ese fue un poco el secreto?

—Creo que sí. Haber ido no era garantía de nada, pero era tanto el compromiso que lo sentimos así. Nos fuimos un largo tiempo antes de los Juegos y nos metimos en la cabeza que podíamos. El trabajo fue la clave. Siempre fuimos luchadores en lo nuestro, y esta vez no fue la excepción.

¿Y ahora? ¿Qué sigue?

—De a poco nos vamos preparando para nuevos desafíos. Obviamente no podemos no pensar en Tokio, pero vamos paso a paso. Tenemos que seguir entrenando como siempre y no saltearnos ningún escalón.

¿La idea es competir con Santiago?

—Por supuesto. Ese es el deseo y es la idea. Lógicamente todavía tenemos que clasificar y todo lo que conlleva los meses previos. Hay muy buen nivel en muchos países y no será fácil.Pero no hay que apurarse.

¿Qué relación tenés con los deportistas santafesinos que también compitieron en los Juegos? Dos de ellos, rosarinos, también ganaron el oro…

—La mejor. Son chicos increíbles, que tienen unas ganas terribles de crecer en el deporte. Todos trabajamos para estar en los próximos Juegos y representar a la provincia de la mejor manera. Debemos hacerlo muy bien, pero siempre es mejor estando todos juntos.