El gobierno cubano defendió la “intachable transparencia y diplomacia” empleadas para evitar el ingreso a su territorio de tres personalidades internacionales que iban a participar en un acto de la disidencia. El gobierno a su vez calificó la convocatoria de “grave provocación” para «generar inestabilidad interna».

El gobierno cubano le negó la entrada al secretario general de la OEA, Luis Almagro, al ex presidente mexicano Felipe Calderón y a la ex ministra chilena Mariana Aylwin al acto político.

Los tres tenían previsto estar en La Habana para recibir un premio concedido por la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, presidida por Rosa María Payá, hija del fallecido disidente cubano Oswaldo Payá.

La Cancillería consideró ese acto de «abierta y grave provocación contra el gobierno» con el fin de «generar inestabilidad interna, dañar la imagen internacional del país y afectar la buena marcha de las relaciones diplomáticas de Cuba».

Los gobiernos de México y Chile lamentaron la actuación de las autoridades cubanas, mientras que Almagro publicó una carta abierta a Rosa María Payá en la que señaló que su único interés es «facilitar el acercamiento de Cuba a los valores y principios del sistema interamericano, tanto en lo que refiere a la defensa de la democracia como a la promoción y respeto de los derechos humanos».

El acto que desató la tormenta se celebró ayer en la casa familiar de los Payá, tal como estaba previsto, aunque sin los invitados internacionales, cuyas sillas «permanecerán vacías» hasta que los premiados «puedan aterrizar en La Habana» para recoger en persona los galardones, aseguró Rosa María Payá.

El gobierno cubano, sin embargo, consideró que la entrega de premios era un “subterfugio inventado por un grupúsculo ilegal anticubano, que opera en contubernio con la ultraderechista Fundación para la Democracia Panamericana para canalizar esfuerzos y recursos contra gobiernos legítimos e independientes» en la región.