Thierry Meyssan, periodista y activista político francés, nos invita, a través de una nota en voltairenet.org, a que observemos a Donald Trump sin juzgarlo según los criterios de su predecesor, sino tratando de entender su propia lógica.

Y observa, además, que el nuevo presidente estadounidense está tratando de restaurar la paz y de reactivar el comercio mundial, pero sobre una nueva base, totalmente diferente a la actual globalización.

Dice sobre el jefe de la Casa Blanca que está tratando de echar por tierra el poder que le precedió y que se aferra al control en contra suya. Eso lo lleva –expresa- a no poder conformar su administración apoyándose en la clase política ni en altos funcionarios. Por eso está recurriendo a nuevas personalidades, a empresarios como él, a pesar de los riesgos que eso implica.

Sostiene más adelante que, “según la ideología puritana en boga desde la disolución de la Unión Soviética, es un crimen mezclar la política de un Estado con los negocios personales, razón por la cual se instauró una estricta separación entre ambas cosas”.

Los “Tres Grandes”

El análisis de la relación de Estados Unidos con Rusia y China está incluido en su nota de opinión. Al respecto señala que Trump aborda el tema de Rusia en el plano político y el tema de China en el plano comercial. “Por eso recurre a Rex Tillerson –el ex patrón de Exxon-Mobil–, amigo personal de Vladimir Putin, como secretario de Estado, y a Stephen Schwarzman –el mandamás de la firma de inversiones y capital Blackstone–, amigo personal del presidente Xi Jinping, nombrándolo presidente del nuevo órgano consultativo encargado de proponer la nueva política comercial estadounidense: el Foro Estratégico y Político (Strategy and Policy Forum), inaugurado personalmente por el presidente Trump en la Casa Blanca, el 3 de febrero. Ese Foro reúne a 19 empresarios de muy alto nivel. Contrariamente a las prácticas anteriores, esos consejeros no fueron designados teniendo en cuenta si apoyaron o no al presidente en su campaña electoral, ni tampoco en función de las empresas que dirigen, del tamaño de estas o de su influencia. Sólo se tuvo en cuenta la capacidad personal de dirección de los seleccionados.

Rex Tillerson

Entre esos elegidos, cita a Rex Tillerson, de quien explica que como director de ExxonMobil, Rex Tillerson concibió una forma de asociación con sus homólogos rusos. Gazprom y, posteriormente, Rosneft autorizaron a los estadounidenses a trabajar en Rusia, a condición de que los estadounidenses hicieran lo mismo autorizando esos consorcios a trabajar con ellos en otras partes del mundo. Los rusos cubrieron así un tercio de las operaciones de ExxonMobil en el Golfo de México, mientras que la transnacional estadounidense participó en el descubrimiento de un gigantesco campo de hidrocarburos en el Mar de Kara.

A la cabeza de ExxonMobil, Tillerson se enfrentó a la familia Rockefeller, fundadora del emporio. Pero logró hacer valer su punto de vista y los Rockefeller comenzaron a vender sus acciones para abandonar la compañía.

Opiniones contrapuestas

Según los Rockefeller, el petróleo y el gas son recursos finitos, o sea limitados, que están a punto de agotarse, conforme a la teoría divulgada en los años 1970 por el Club de Roma.

Por el contrario, para Tillerson, nada permite validar la idea de que los hidrocarburos son una especie de compost de detritus biológicos. Constantemente siguen apareciendo nuevos yacimientos en zonas donde no parecía que pudiese haber yacimientos y a profundidades cada vez mayores. Nada demuestra que los hidrocarburos vayan a agotarse en los próximos siglos.

En todo caso, la administración Trump no ha tomado, hasta ahora, ninguna decisión sobre Rusia, exceptuando la abrogación de las sanciones adoptadas en reacción a una injerencia en la campaña electoral estadounidense, injerencia supuestamente observada por la CIA.

Stephen Schwarzman

El presidente Trump inicialmente incomodó a China al aceptar una llamada telefónica de la presidenta de Taiwán, a pesar del principio de «Una China, dos sistemas». Recientemente ofreció excusas al presidente Xi Jinping, deseándole calurosamente un «Feliz año del Gallo de Fuego».

El presidente Trump ha abierto un canal de negociación con las principales autoridades comerciales y financieras chinas, a través de los miembros de su Foro Estratégico y Político. Un 9,3% de la empresa de Stephen Schwarzman, Blackstone, pertenece desde 2007 al fondo soberano chino China Investment Corp., cuyo director de aquella época, Lou Jiwei, es el actual ministro de Finanzas de la República Popular China.

Schwarzman es miembro del Consejo Consultativo de la Escuela de Economía y Gestión de la Universidad Tsinghua. Y ese Consejo, bajo la presidencia del ex primer ministro Zhu Rongji, reúne en su seno a importantísimas personalidades chinas y occidentales. Basta con citar a Mary Barra, de General Motors; Jamie Dimon, de JPMorgan Chase; Doug McMillon, de Wal-Mart Stores; Elon Musk, de Tesla Motors; e Indra K. Nooyi, de PepsiCo, quienes además son ahora miembros del nuevo Foro Estratégico y Político de la Casa Blanca.

La cooperación a través del comercio

“La administración Trump pretende reactivar el desarrollo de Estados Unidos rompiendo con el ideal de ser «el primero» y fijando como objetivo ser «el mejor». Para eso hay que actuar rápido. Se necesitarán años –dice el analista político- para abrir las «rutas de la seda», aunque su construcción ya está ampliamente iniciada. Por consiguiente, Estados Unidos no tiene tiempo para ponerse a renegociar los grandes tratados comerciales multilaterales ya existentes. Tiene que concluir sin demora acuerdos bilaterales para que los contratos se apliquen de inmediato”.

Finalmente sostiene que el presidente estadounidense, consciente de que es extremadamente difícil convertir una economía de guerra en economía de paz, asoció a su Foro Estratégico y Político a un empresario proveniente de una de las grandes firmas que podrían desarrollarse tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra: Jim McNerney, de Boeing.