Durante el primer mes y medio de este año, se encendió una luz amarilla para la industria del calzado: la cantidad de pares de zapatos importados superó en un 62% a la que ingresó en el mismo periodo del año anterior. Esto ocurrió aún cuando, en el verano del 2016, estaban recién levantadas las polémicas DJAI (declaraciones juradas necesarias para importar productos) y el ingreso de calzado había sido mayor al esperado. Este efecto «aperturista» en la industria, junto con los mayores costos de producción y una caída del consumo interno del 6,2%, coronaron un 2016 con la pérdida de 4.000 puestos de trabajo.

Este panorama, motivó, ayer, una conferencia de prensa que se realizó en el centenario edificio de la Cámara del Calzado, en Rivadavia al 4300. Allí, el presidente de la Federación Argentina de la Industria del Calzado y Afines (FAICA) , Alberto Sellaro, presentó un informe que detalla los datos más alarmantes. La industria pasó de producir 125 millones de pares, en 2015, a 111 millones en 2016. Es decir un 11,2% menos. De los cuales, sólo exportó unos 2 millones de pares. Por otro lado, según los empresarios, «el Gobierno se había comprometido a que no ingresaran más de 24 millones de pares en 2016» y finalmente, se importaron 27,3 millones: un 22% más que en 2015.