Por Diego Mussetta

Rosario volvió a ser noticia en el mundo del deporte. Y esta vez gracias a una disciplina que crece en todo el planeta: el fútbol playa. Es que Rosario Central, con su subcampeonato en la Copa Libertadores de América logrado en enero pasado en Brasil, puso en alto a la ciudad, demostrando que con trabajo todo se puede. Y dejando un gran antecedente para que otros clubes rosarinos sumen esta actividad que mezcla la pasión por la redonda con la inteligencia para moverse sobre la arena.

El fútbol playa es un boom en varios países. En Argentina está poco desarrollado, aunque esta participación del equipo rosarino en la primera edición de la Libertadores sin dudas que abrirá otro panorama. Y más aún en Rosario, pues está la gran posibilidad que en 2019 la ciudad sea la sede de los Juegos Suramericanos de Playa, donde el fútbol playa es uno de los deportes ícono.

Dos años y un puñado de meses. Este tiempo lleva el fútbol playa en Central. Y las buenas noticias han comenzado a llegar.

Allá por fines de 2014 un grupo de entusiastas fanáticos del fútbol, en pleno verano, se juntó y comenzó a jugar en la arena del Caribe Canalla. Allí nació todo… Poco a poco, se fueron sumando jugadores y ya el despuntar el vicio de patear en la arena se fue transformando en algo más ‘profesional’. Surgió la idea de tener una cancha propia. Y los canallas lo lograron. Con el esfuerzo de este grupo de futboleros y apoyo dirigencial, se inauguró la cancha «Ángel Di María» en el Caribe Canalla. Y con ello llegaron amistosos, visitas internacionales y la chance de salir del país. Así, en 2015 Central se consagró en la Copa Fray Bentos y en la Copa Río Uruguay 2015; además fue tercero en la Copa Liga Sul de Beach Soccer Brasil 2015; ganó la Copa Río Uruguay 2016; quedó segundo en la Copa Invierno Montevideo 2016 y se consagró campeón del Cuadrangular Internacional de Rosario 2016. Mientras que disputó dos encuentros amistosos frente al seleccionado argentino de fútbol playa, situación que dejó como saldo la citación de tres futbolistas auriazules al combinado nacional: el arquero Sebastián Azimonti, el defensor Hugo Longo y el atacante Maximiliano Ponzetti.

La Confederación Susdamericana de Fútbol organizó por primera vez la Copa Libertadores de América de fútbol playa. Pactada primero para diciembre, la tragedia aérea del club Chapecoense obligó a la postergación. Y en enero llegó la chance de viajar a Santos, Brasil, la tierra del fútbol playa.

Los canallas cumplieron. Y cómo. Tras un traspié en el debut, los rosarinos enderezaron el rumbo y cumplieron el primer objetivo: llegar a semifinales y quedar entre los mejores cuatro del certamen continental. Pero había más. En busca de la definición dejaron en el camino a Iquique de Chile por penales, pero en la final el poderío del local Vasco da Gama fue demasiado: el 8-1 habla por sí solo…

«Es increíble lo que vivimos. Es un sueño hecho realidad de chicos que juegan con la camiseta de Central. Es la felicidad absoluta», contó el capitán Hugo Longo, el más experimentado de un plantel repleto de jóvenes.

Central, con un equipo amateur, dejó bien en alto al deporte de Rosario. No tuvo figuras rutilantes, más allá de que se sumaron un par de refuerzos foráneos para este campeonato. Fue el único club representante de Argentina en la máxima cita de esta disciplina en el continente. Llegó hasta la final e igual festejó. Porque dejó una marca, esa que quedará para siempre guardada y que servirá de ahora en más para que otros se sumen a esta disciplina que engloba la pasión por el fútbol con la complejidad de jugar en la arena.

Ahora es tiempo de consolidar un proyecto. De ir por más. De que otras instituciones de la ciudad se sumen y copien esta idea. Porque el fútbol es uno solo, pero se puede jugar en distintas superficies… en césped, tierra, cemento o parqué… y también arena!