Por Mario Luzuriaga

La edición número 89 de los Oscars dejó en claro cómo son las cosas y el manejo de las mismas. Siempre son discutidos estos premios tanto para un sector de la prensa como del lado del público.

Aquí hay que darle la razón al público porque en realidad son ellos los que realmente eligen y destacan qué es lo mejor y no qué es lo mejor para la industria. Por parte de la prensa y también de la Academia hay un poco de culpa de engrandecer producciones que, al fin de cuentas, cuando el común va a verlas salen vacíos porque el filme no les ha gustado. Es por eso que la gente también deja de creer en esos premios que lo único que hacen es hacer crecer el negocio de las productoras.

«La la land» es una película que realmente merecía el premio mayor pero por la pasión y la calidad que tuvo su director, Damien Chazelle, en mostrar una historia distinta en un formato de musical, que si bien está muy logrado, no llega a complacer este tipo de títulos al común de los espectadores que consumen cine mucho más comercial, con efectos importantes y personajes más heroicos.

Pero «Luz de luna» también era la que podría dar vuelta el tablero al igual que «Manchester junto al mar»; dos grandes películas que le arrebataron premios más que importantes. Eso no sólo lo hicieron porque era un despropósito la cantidad de nominaciones que se llevó «La la land», sino que las historias fueron muy buenas y merecían ganar los premios a «mejor guión original y mejor guión adaptado».

Pero no todo estuvo tan mal en la entrega ya que hubo gente que mereció la estatuilla como Mahersala Ali al «mejor actor de reparto» por «Luz de luna», al interpretar a un traficante de crack que al ser lo que realmente es, tiene valores que se los traspasa la protagonista.

Todo lo que pasó anoche expuso lo que realmente sucede con este tipo de premiaciones y que no todo lo que se nomina es lo mejor que hubo en el año. Lo mejor es que de ahora en más seamos nosotros mismos los que juzguemos cuál película es la mejor y veamos estas entregas como una fiesta más donde se exponen los intérpretes más conocidos de Hollywood.