Por José Odisio

La plata no hace a la felicidad. Mucho menos en el fútbol, donde los ejemplos sobran. Sin ir más lejos, Newell’s es un club sumido en una gran crisis financiera y deportivamente está en alza. Pero si bien el dinero no es todo, ayuda y mucho. Y en el Parque la falta de dinero genera constantes conflictos que por ahora no afectan a lo deportivo, pero complican más de la cuenta.

Es cierto que la actual dirigencia no es culpable del momento. O apenas es responsable de una parte menor. Tal vez el mayor reclamo que se le puede hacer es «no sincerarse» a tiempo. Y el esconder bajo la alfombra los problemas, generó que la crisis estallara toda junta, y hoy los directivos vuelan de palo a palo para resolver la diaria y no siempre lo logran.

Los empleados hacen huelga por cobrar tarde sus sueldos; los profesores del Cienob no aseguraron aún tomar exámenes por falta de pago; los jugadores, tras muchas amenazas, aceptaron recibir cheques a fecha para cancelar la deuda del año pasado, pero saben que si no entra la plata de la TV no cobran; los kinesiólogos, médicos, profes y entrenadores de inferiores también están con atrasos salariales; y ni siquiera hay plata para traerle un nueve suplente a Osella.

La situación es compleja. Para peor, el dinero de AFA que iba a llegar en diciembre se fue postergando y la necesidad obligó a vender a un juvenil con proyección como Ezequiel Unsain, porque hoy cualquier plata es mucha en el Parque. Y no importa ir en contra de la política prometida en materia de inferiores o recibir críticas de opositores o los propios hinchas. Si entra plata, hay que aceptarla.

Sobre llovido, mojado. El refrán cae justo para este momento en el Parque. Porque en medio de la crisis financiera, aparecen situaciones políticas que enrarecen el panorama. La salida de la jefa de prensa Marisa Guisasola sorprendió, pero mucho más que haya sido con una votación casi unánime de toda la Comisión Directiva. Hay grietas internas, obvio. Sucede siempre, pero exponerlas ahora agudiza la crisis, al menos en la mirada desde afuera. Cambiar el jefe de prensa podría ser algo natural, pero en estos momentos hace ruido. De la misma manera que suena raro vender al pibe Unsain, por más que la necesidad obligue a hacerlo.

Para peor, el juez Bellizia y el órgano fiduciario se pusieron estrictos. Tal vez ahora cumplen con rigurosidad lo que la ley de salvataje les pide, pero tras 6 años donde todo fue «light», hoy la dirigencia se encuentra con exigencias que no hacen más que complicar la parte deportiva, justamente el único sustento que hoy Newell’s tiene para ilusionarse.

El campeonato se acerca. La plata de la televisión se espera con la misma ansiedad que el reinicio del fútbol. Y en el Parque todos se ilusionan con mantenerse arriba. Porque si el equipo responde en la cancha, la crisis económica y las diferencias internas pasarán a segundo plano. Aunque jugar con fuego es un riesgo grande que hay que evitar en el futuro.