Por Alejandro Maidana

Históricamente aquellos que padecían el vivir en las grandes metrópolis soñaban con refugiarse en una zona rural alejada de los ruidos. Lamentablemente esta migración interna ha sido acompañada con un modelo de producción agrícola amigo de la siembra directa y la utilización de los químicos. Parecería que hoy en día no hay escape alguno para consolidar un camino más arraigado a la tierra que al cemento.

Santa Fe, como tantas otras provincias del país, viene mostrando como vecinos de diferentes puntos se unen para darle batalla a las fumigaciones que ponen en jaque a su salud y a la de los suyos. Roldán, una población distante a sólo 27 kilómetros de Rosario, ha comenzado a padecer este flagelo que parece no tener freno alguno.

La aspersión es uno de los sistemas más utilizados por los productores zonales para la aplicación de plaguicidas y herbicidas en la actualidad. Esto implica una lluvia controlada de pequeñas gotas del producto a aplicar sobre el terreno o cultivo. Este sistema se implementa por aire o por tierra con maquinaria especializad. Se llama «deriva» al desplazamiento del producto a aplicar fuera de su lugar de destino, ya sea por viento o por evaporación. Numerosas variables influyen en la «deriva», pudiendo el producto, en casos extremos, ser arrastrado por el viento hasta poblaciones, llegar al cauce de ríos o arroyos o quedar flotando en la atmósfera y ser arrastrado por las lluvias.

Diversos estudios han confluido que la exposición a estos químicos puede producir autismo, alzheimer, cáncer, intolerancia al gluten, insuficiencia renal, malformaciones congénitas, parkinson, entre otras afecciones.

En el municipio de Roldán rige la ordenanza 738/12 que adhiere en todos los términos a la ley provincial 11.273 de Productos Fitosanitarios y a su Decreto Reglamentario 0552/97. En la ordenanza se establece una franja de seguridad de 100 metros desde el alambrado donde se prohíbe la aplicación y una zona restringida supervisada de los 100 a los 500 metros.

En el año 2009, en el campo de la familia Rodini, en el kilómetro 44 de la ruta AO12 (a un kilómetro de la ruta 9), un grupo de inmobiliarias de desarrolladores rosarinos planificó un barrio residencial de 840 lotes. Ninguno de los vecinos en cuestión pensó que desde ese momento nacería una situación espinosa producto de las fumigaciones descontroladas.

Nito Longo es el presidente de la vecinal Barrio Las Tardes de Roldán, y en diálogo con Conclusión brindó detalles sobre la problemática que enfrentan.

“Si bien las primeras denuncias se hicieron efectivas en el año 2012, en enero de 2015 se recrudecieron producto de la fumigación a pocos metros del barrio que se realiza permanentemente. Hay distancias que no superan los 10 metros entre el alambrado y las viviendas, una locura cuando el mínimo legal es de 100”, aseguró Longo.

Consultado sobre las acciones de la vecinal en torno a esto, Longo expresó: “Nos encontramos en una encerrona, ya que prácticamente hemos agotado todas las instancias para poder solucionar este problema que atenta contra nuestra calidad de vida. Hemos vivido situaciones álgidas como llegar a pararnos frente al “mosquito” de fumigación, pero nunca pretendimos llegar a un choque violento con el productor ni con el poder político”.

“En los últimos días, junto a más de 80 vecinos elevamos un petitorio que tiene como fin llegar al Ministerio de Medio Ambiente para que pueda el mismo plantearnos una solución. Las sanciones no sirven, ya que el productor reincide permanentemente y del Concejo no esperamos más nada, ya que la única que vez que todos los bloques coincidieron, fue para hacer oídos sordos a nuestros reclamos”, concluyó.