Las tensiones entre Sofía y Ankara marcan la jornada de reflexión que vive hoy Bulgaria ante las elecciones generales anticipadas de mañana, donde los conservadores del partido GERB, del ex primer ministro Boiko Borisov, y el Partido Socialista (BSP) de Kornelia Ninova se disputan una ajustada victoria.

Se trata de las terceras elecciones en menos de cuatro años y la población muestra signos de cansancio, hasta el punto de que las encuestas pronostican una baja participación, en torno al 50-55%.

Tras una campaña más bien anodina, donde los dos grandes rivales coinciden en prometer subidas de salarios e ingresos en este país, el más pobre de la Unión Europea (UE), las tensiones creadas por lo que Sofía ve como intentos del gobierno turco de influir en el voto de la minoría turca en Bulgaria marcaron los últimos días.

Varios centenares de agentes de seguridad están desplegados en la frontera con Turquía para evitar que los ultranacionalistas de la alianza Patriotas Unidos vuelvan a bloquear los principales pasos fronterizos, como lo hicieron ayer y en días anteriores, informó hoy la emisora Nova TV.

Los seguidores de Patriotas Unidos intentan impedir la entrada al país de micros con ciudadanos de doble nacionalidad, turca y búlgara, residentes en Turquía, a quienes acusan de «turismo electoral».

La Policía y la Gendarmería desmantelaron el viernes el bloqueo de los seguidores de esa formación que, integrada por tres partidos nacionalistas, se prevé que será la tercera fuerza más votada.

Es además el socio predilecto tanto de los socialistas como de los conservadores para formar un nuevo ejecutivo, ya que ninguno de éstos obtendrá suficientes votos para gobernar en solitario.

Los últimos sondeos dan una ligera ventaja al GERB del populista Borisov, en el poder de 2009 a 2013 y desde 2014 hasta enero pasado, con el 31,2% de los votos, frente al 28,1% que obtendría el BSP, mientras que Patriotas Unidos alcanzaría cerca del 10%.

Dado que los dos grandes rivales descartaron aliarse en una «gran coalición», la formación del nuevo gobierno se presenta complicada, en un Parlamento con entre cinco y seis partidos.

En cuarto lugar se sitúa, con cerca del 7,6% del apoyo popular, el Movimiento de los Derechos y las Libertades (DPS), la mayor formación de la minoría turca (compuesta por unas 700.000 personas, cerca del 8,8% de la población).

En la Cámara entrarían también el partido Volya, fundado por un controvertido empresario (6,5%), y la alianza derechista integrada por el Bloque Reformador y Voz Popular, con poco más del umbral requerido, del 4%.

Aunque el DOST, una nueva formación escindida del DPS, tiene escasas posibilidades de superar ese mínimo, ha centrado la polémica sobre la influencia de Turquía en la última semana.

Sofía denunció una «interferencia inaceptable» de Ankara en el proceso electoral, después de que funcionarios turcos instaran a votar por el DOST, tanto de cara a la minoría turca en Bulgaria como a los cerca de 300.000 ciudadanos con derecho a voto que residen en Turquía.

Además, el gobierno búlgaro advirtió que la llegada masiva en autobuses de votantes desde el país vecino está «organizada», aunque dijo «no saber» quien está detrás.

Por su parte, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, afirmó el jueves que Bulgaria realiza «presiones» contra los ciudadanos de etnia turca.

Tanto Borisov como Ninova rechazaron categóricamente la actitud de Ankara, pero también se distanciaron de las acciones de los ultranacionalistas, que anoche acamparon en los alrededores de los pasos fronterizos de Kapitan Andreevo y Malko Tarnovo, en el sureste del país.

No obstante, gracias a la vigilancia de los agentes, esta mañana varios micros entraron en el país sin incidentes.

Según una encuesta de Gallup International realizada el viernes, un 80% de los búlgaros está a favor de impedir la entrada de los autobuses con votantes, frente al 17% que les da la bienvenida, según reportó la agencia de noticias EFE.

Borisov criticó hoy las acciones de los ultranacionalistas por considerarlas una peligrosa provocación, y llegó incluso a insinuar el riesgo de una incursión militar turca.