Por Carlos Duclos

Por estas horas, el gurú del marketing de Cambiemos, Durán Barba, estará rumiando sobre qué mensaje deberían dar los integrantes del gobierno nacional luego de la movilización de la CGT de ayer. Es posible que a la luz de los hechos sucedidos, insultos, enfrentamientos y desmanes protagonizados por algunos “dirigentes” y militantes, el encargado de pergeñar mensajes en el macrismo apele a aquello de “viendo los hechos huelgan las palabras” y sugiera que muchos argentinos saquen sus propias conclusiones. El silencio en ocasiones es más elocuente y da más y mejores resultados que cualquier discurso.

Tibiamente salieron ayer a decir, Federico Pinedo y Marcos Peña, que los responsables de los desmanes fueron sectores del kirchnerismo. Peña pidió «condenar» la actitud y advirtió que «hay sectores a los que no les conviene que haya diálogo, que no tiene que ser un fin en sí mismo, sino un medio».

Lo cierto es que, no obstante, esta insensatez protagonizada por algunos en la marcha de ayer, basado en la confrontación, la pelea que gran parte del pueblo argentino repudia como método y de la que no quiere saber más nada, lo cierto es que más allá de esta forma de hacer política que es parte de la cultura y modos de obrar de ciertos dirigentes, parte de sus naturalezas, lo que no puede desconocerse, sin embargo, es que la gran masa de trabajadores movilizados lo hicieron por razones justas. Marcharon en la creencia de que la actual situación que aflige a los trabajadores y sus familias no puede continuar.

Como dijo anoche la diputada nacional Graciela Camaño, sería un error del gobierno suponer que se puede tapar el sol con las manos o minimizar la movilización por los tristes y lamentables sucesos que se observaron, como la pintada de una cruz en el atril que sirvió de base para los discursos. Camaño fue más allá en su análisis y habló de “kirchneriadas” o “pillerías del kirchnerismo” como las causales de los hechos. Y remató diciendo que quienes coparon el escenario fueron sectores de izquierda.

Es cierto que, en definitiva, los sucesos protagonizados por los irremediables resentidos de siempre flaco favor le hacen a los trabajadores; es cierto que el triunvirato de la CGT no ha estado a la altura de las circunstancias que afligen a muchos trabajadores argentinos, pero no es menos cierto que el gobierno nacional hace aguas en varios aspectos vinculados a la política económica. Habrá que ver cuántos argentinos son capaces de separar la paja del trigo, de observar el fondo de las cosas y no la forma que le dan algunos rencorosos que se hacen llamar populares y progresistas, cuando en realidad no son más que eternos frustrados que debieron infiltrarse en partidos mayoritarios para alcanzar el poder, porque por sí mismos les resultó imposible alcanzar sus propósitos.

La movilización de ayer tuvo, en fin, dos aristas: la de la multitudinaria marcha de los trabajadores que reclaman, con razón, justicia social y la arista que le dieron los “otros”, a quienes en realidad no les importa el destino del ser humano trabajador y su familia, sino el destino propio o el del sector al que pertenecen. Simples aves de vuelo bajo (que andan volando por todas partes en estos tiempos) tan responsables del destino de la aflicción argentina como aquellos a quienes ellos mismos denostan y condenan.