La existencia de las llamadas popularmente “almas en pena”, que aún no han dejado la Tierra, es algo en discusión en la Iglesia como lo declara el Padre Amorth.

Pero hay muchas historias que hablan de esas “presencias”.Incluso, historias de sucesos acaecidos a sacerdotes, como la que vivió un sacerdote filipino.

Una noche, después que el devastador tifón “Amy”, del 8 de diciembre 1951, inundó la ciudad Tanauan durante semanas, un joven sacerdote católico llamado Cipriano V. Urgel, enclaustrado dentro de los muros de una iglesia, oraba por los muertos.

Lo hacía dentro de la capilla de la Parroquia de la Virgen de la Asunción de Barangay Bontay.

El religioso, de 33 años de edad, rezaba el responso, la oración tradicional en latín para los muertos.

Las oraciones eran dichas en latín en la Iglesia Católica, antes de las reformas liberalizadoras del Concilio Vaticano II de 1962.

Lo que pasó esa noche se ha convertido en parte de la leyenda “oculta” sobre Urgel, un sacerdote y educador muy querido que se elevaría hasta convertirse en el primer arzobispo de la Arquidiócesis de Palo, en 1982.

Una voz desde algún lugar….

Dentro de la capilla, esa noche hace 65 años, el joven Urgel estaba rezando el “Ave María”en latín y en voz baja.

De pronto, oyó una voz desde algún lugar respondiendo con “Santa María…”, también en latín.

Pero cuando miró a su alrededor, no había nadie allí, sino sólo él.Asustado por esta experiencia de otro mundo, el sacerdote dejó de orar. Casi no durmió esa noche.

La noche siguiente, Urgel de nuevo oró el responso.

Cuando comenzó a rezar el Ave María, esta vez varias voces respondieron con la “Santa María…”.

Una vez más, miró a su alrededor para encontrar que él era el único en el interior de la capilla.

En lugar de dejarse asustar de nuevo, Urgel continuó orando, pero ahora al recitar el Santo Rosario, había un coro que contestaba, y sus voces crecían.

Urgel continuó con su recitación de todas las noches con las voces extrañas como coro, hasta que se desvaneció en frecuencia y luego se detuvo por completo.

“Almas perdidas”

Más tarde, le fue informado que la capilla fue el sitio de un antiguo cementerio antes de que la iglesia fuera construida en la década de 1870.

«Esas fueron almas perdidas que hicieron su camino de regreso. Finalmente encontraron su descanso eterno”, dijo el padre Oliver T. Mazo, asistente párroco de la Iglesia del Santo Niño en la ciudad de Tacloban.

Mazo, quien terminó sus estudios de teología en Roma, dijo que se enteró de la historia de Urgelmediante la historia oral transmitida por el clero a los miembros de la iglesia, a través de los años.

El cura Gabriele Amorth, exorcista, dice que las llamadas “presencias” representan una vasta casuística, que afecta a no pocas personas, quienes afirman percibir la cercanía, a veces incluso física, de antepasados o de personas extrañas quizás muertas repentinamente.

Otras veces, hablan de “almas en pena”, que son percibidas como almas de difuntos que aún no han encontrado su lugar en el orden de la vida eterna. Y otras, se habla de “almas guía”, que aconsejarían a las personas sobre las decisiones más justas.

Se trata de problemas abiertos que los teólogos deberían estudiar, profundizando en los datos de la Escritura, del Magisterio de la Iglesia y de las experiencias de los místicos.

No son almas reencarnadas

Amorth piensa que hay algunas certezas.La primera es que tenemos sólo una vida, que nos jugamos aquí, al final de la cual seremos juzgados para resucitar a la vida en Dios o para la muerte en el infierno eterno.No existe, por tanto, posibilidad alguna de que estas sean almas reencarnadas, lo cual, está fuera de la fe de la Iglesia católica.

La segunda es que después de la muerte vamos al paraíso, al infierno o al purgatorio, pero Amorth tiene bastantes dudas para creer que existan almas en pena, es decir, vagando libres por el mundo.

Pero dice que otros exorcistasestán convencidos de que la presencia de estas almas en pena es real.Por lo tanto, insiste que sería oportuno promover profundizaciones teológicas sobre la condición de las almas tras la muerte, tarea que no es propia de los exorcistas, sino de los teólogos.

El Cuerpo Místico que es la Iglesia comunica en su interior.

Entre las almas de los difuntos que están en el paraíso y en el purgatorio y nosotros, aún en peregrinación sobre la tierra, existe un intercambio de amor dado por la oración recíproca de intercesión.En particular con las del purgatorio que están sufriendo su purificación.

Pero poco se sabe sobre las almas de los condenados. Y relata:

“A mí me ha sucedido que un espíritu durante el exorcismo afirmaba ser una tal persona, pero después de una comprobación más en profundidad, después de varias sesiones, se descubrió que en realidad era un demonio”.