Por David Narciso

La decisión del gobierno municipal de romper puentes con el PRO por el proyecto de endeudamiento externo para hacer obras  tuvo como objetivo cortar con el juego del desgaste que estaba sufriendo y retomar la ofensiva. Después de seis meses de debate en el Concejo, numerosas modificaciones sobre el proyecto original y decenas de reuniones, la intendenta interpretó que le corrían la raya todo el tiempo y resolvió patear el tablero.

Atentos a esa situación, la semana anterior los socialistas atropellaron con el dictamen favorable de la comisión de Presupuesto (donde tienen mayoría) y pusieron la pelota en campo del PRO, que siguió adelante con su estrategia y bloqueó el dictamen en la comisión de Gobierno en la que es mayoría junto con aliados.

El oficialismo entonces activó la siguiente fase del plan. Pasó a la ofensiva con munición de grueso calibre, incluida la frase del secretario de Gobierno: “Un chiste muy difundido en los ámbitos políticos afirma que el bloque del PRO funciona a monedas como el viejo teléfono de Entel”.

Golpe a golpe

Vale puntualizar que se asiste a una pulseada de desgaste mutuo, en la que los discursos de trabajo mancomunado y actitudes constructivas estallaron por los aires, dando lugar a discusiones subidas de tono, palos en la rueda y acusaciones cruzadas.

Es imposible aventurar los resultados de la estrategia del oficialismo, qué mella puede provocar en el PRO exponerlo como un actor político contradictorio, que dice representar nuevas formas de hacer política pero “privilegia sus intereses antes que los de los vecinos”; que sus concejales “son manejados” desde la Legislatura provincial o la Casa Rosada, y que mientras promueve el endeudamiento externo como herramienta de financiamiento a nivel nacional, en Capital Federal, Buenos Aires y provincias aliadas, acá “se la niega a los rosarinos”.

Como sea, lo concreto es que el gobierno municipal sigue sin conseguir la autorización para emitir deuda (no cambia nada en ese punto), pero al menos ahora está en mejores condiciones para dar la discusión pública con el PRO, hoy por hoy la amenaza electoral más real que aparece en el horizonte.

Los roles de la oposición

Quizás el PRO haya cometido un error (el tiempo dirá) al tirar demasiado de la soga en esto de jugar al desgaste del gobierno municipal. Podría decirse que por primera vez quedó a la defensiva, en la obligación de tener que dar explicaciones sobre sus contradicciones políticas y sobre sospechas que, sin precisión alguna, lanzaron desde el Ejecutivo, pagándole con la misma moneda que varios concejales del PRO y aliados usaron en el pasado contra oficialistas y otros opositores.

En ese sentido fueron más genuinas las posiciones de los bloques peronistas, que llegado determinado punto del debate anunció su rechazo al proyecto, y Ciudad Futura, que tras negociar con el oficialismo hizo lo propio pero en el sentido contrario.

De modo opuesto, el PRO lleva seis meses con el famoso “así como está no lo voto”, que se recicla permanentemente a pesar de que se introducen modificaciones el proyecto, dejando en el oficialismo la certeza de que “nada va alcanzarles” y sólo se trata de un juego para correr la raya in eternum.

Fortalezas y debilidades del proyecto

Algunas líneas sobre el proyecto de endeudamiento. Lo primero, una obviedad: no es malo tomar endeudamiento externo si es para obras de infraestructura que por su escala es imposible financiar con recursos propios y si la tasa de interés y plazo de devolución son razonables.

Desde que se hizo cargo del gobierno de la ciudad en 1989, el socialismo defendió la utilización de mecanismos de financiamiento externo siempre que fueran “virtuosos”.

Virtuoso supone que el crédito se destine a proyectos que “se paguen solos” por el uso social que se les da o el problema que vienen a solucionar; que su cancelación sea intergeneracional, que las condiciones del mismo (tasa y plazos) sean racionales y que la naturaleza del prestamista no sea un riesgo en sí mismo.

Más directo: no es lo mismo que Rosario consiga millones de dólares, como lo hizo a partir de 1996, de los organismos multilaterales de crédito (BID, Banco Mundial, BIRF) que ir a buscarlos al mercado de capitales, donde las tasas son más altas, atadas a una multiplicidad volátil de situaciones globales y un potencial incumplimiento arrastra consecuencias mayores.

En los primeros meses de 2018 Rosario termina de pagar créditos millonarios con el Banco Interamericano de Desarrollo. Con ese dinero construyó grandes accesos viales, centros municipales de distrito, hospitales, entre otras obras. Claro que esos organismos financian contra presentación de proyectos puntuales, debidamente planificados y desembolsan a medida que éstos se ejecutan.

Acceder a esos fondos requiere exigentes requisitos, equipos especializados full time de seguimiento permanente como los que en su momento armó Ángel Sciara, trabajos de consultoría, negociación de garantías con provincia y Nación, y licitaciones internacionales. En suma, un proceso que insume tiempos que el gobierno municipal de 2017 no tiene y en cambio sí tenía el de Hermes Binner, intendente entre 1995 y 2003.

El juego de las contradicciones

Aun así, no todo pasa por las urgencias del gobierno de estos días o porque fuese más fácil ir a buscar la plata constante y sonante al mercado de capitales y disponer de ella. Cuenta mucho más de lo que se cree el cambio de gobierno nacional en 2015.

La administración Macri tuvo como prioridad el arreglo a como sea con los buitres para despejar el acceso a endeudamiento externo. Cuando lo logró, emitió miles de millones de dólares de deuda e incentivó a otros a hacer lo propio. Buena parte de las provincias lo hizo y no sólo en el sentido virtuoso de financiar obra pública. Con excepción de Capital y Santa Fe, todos usaron parte para refinanciar sus pasivos, es decir canjear deuda cara a corto plazo por deuda más barata y a plazos más deshogados.

Volviendo a la ciudad, éste el punto donde se desmorona la línea argumentativa de los concejales del PRO y sus aliados. Resulta una gran contradicción que nieguen al gobierno municipal lo que hacen ellos o promueven en otras jurisdicciones.

En cambio tiene mayor fortaleza el cuestionamiento, que también hizo el resto de la oposición, a la escala de obras incluidas en el listado. En algunos casos es muy discutible que deban financiarse con endeudamiento externo. De todas maneras, cabe aclarar que es un punto que el Ejecutivo tuvo y mantiene abierto a negociación.

Cotillón electoral

La oposición le cerró el paso al Ejecutivo en su intento original de usar el crédito exterior para refinanciar su pasivo. Fue un acierto, no porque sea sacrilegio hacer lo que todos están haciendo, sino porque había salidas más convenientes por explorar, como la que finalmente comprometió la provincia a través de un adelanto extraordinario de fondos de coparticipación.

En ese sentido, la oposición fue artífice de devolverle “carácter virtuoso” al proyecto de endeudamiento. Superada esa etapa, el justicialismo en sus múltiples facetas y Ciudad Futura definieron posiciones. El PRO, por el contrario, especuló con arrastrar al Frente Progresista hasta las puertas del proceso electoral. Esta semana el oficialismo logró quitarse el lazo y pasó a la ofensiva.

Así las cosas, con los puentes rotos, queda por verse si la posibilidad de tomar deuda se transforma en un paso adelante para la ciudad o si termina siendo un vil insumo de cotillón electoral.