¿Es cierta la creencia de que cuando hace frío somos más propensos a resfriarnos? Durante generaciones se ha instalado esa idea, ¿pero qué fundamentos respaldan esta teoría? En un artículo para BBC Future, la columnista Claudia Hammond se propuso responder a esta inquietud, y llegó a una conclusión.

Diversos estudios se han realizado en Alemania y en Argentina, donde encontraron una incidencia más alta de resfríos en invierno que en países más cálidos como Guinea, Malasia y Gambia, donde aumenta durante la estación de lluvias.

A raíz de esto, un grupo de científicos se dedicó a responder si la ecuación “clima frío + persona mojada = resfrío” es cierta, postulando una explicación alternativa: cuando la temperatura es baja o está lloviendo, pasamos más tiempo encerrados, compartiendo espacios reducidos con otra gente y sus gérmenes.

Los profesionales han hecho experimentos bajo condiciones de laboratorio en los que redujeron la temperatura de los voluntarios y deliberadamente los expusieron al virus de la gripe.En general, los resultados de los estudios fueron inconclusos, ya que algunos encontraron que el grupo con frío era más propenso a enfermarse y otros, no.

Sin embargo, una investigación realizada de una manera diferente da una conclusión más cercana a la creencia que ronda en nuestro país. Ron Eccles, director del Centro de la Gripe Común de Cardiff, en Gales, quería saber si estar frío y mojado activa el virus que a su vez dispara los estornudos y el moqueo. Para ello, enfrió a un grupo de personas en un laboratorio y luego los dejó seguir con su vida normal, en la que se mezclaron con otra gente e incluso con algunos que tenían el virus de la gripe presente en su nariz o garganta pero no mostraban síntomas.

La mitad tuvieron que sentarse con los pies en agua fría durante 20 minutos, mientras que el 50% restante mantuvo sus medias y zapatos con sus pies en un balde vacío por el mismo tiempo.

La conclusión fue que no se reportaron diferencias en los síntomas de resfriados entre los dos grupos en los primeros días, pero cuatro o cinco días más tarde el doble de los que habían tenido los pies en agua fría estaban enfermos.

Defensas bajas

Para que esto tenga sentido es necesario que exista un mecanismo que haga que si los pies, o el pelo, se enfrían, a uno le dé un resfrío. Por lo que una teoría es que cuando baja la temperatura del cuerpo, los vasos sanguíneos de la nariz y la garganta se contraen. Estos son los encargados de distribuir las células blancas que repelen infecciones. Si menos de estas células llegan a la nariz y garganta, las defensas contra el virus de la gripe están temporalmente más bajas.

Al secarse el pelo o entrar a un lugar en el que el cuerpo se calienta, los vasos sanguíneos se dilatan y las células blancas reanudan su lucha contra el virus. Pero para entonces puede ser demasiado tarde: el virus puede haber tenido el tiempo necesario para replicar y disparar los síntomas.

Por ende, pese a hablar de un “resfrío”, el frío no es lo que da la gripe, pero puede activar un virus que ya estaba presente.

No obstante, el estudio de Eccles sólo demostró que más personas con frío reportaron síntomas de gripe y no se hicieron exámenes médicos para confirmar que definitivamente estaban infectados con el virus, por lo que tampoco es concluyente.