El presidente Mauricio Macri rubricó en Beijing el avance de un acuerdo arreglado en la visita de 2013 del presidente chino Xi Jimping a la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner. Se trata de la construcción de dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz que se encuentra paralizada desde la asunción de la Alianza Cambiemos, un poco por presión de la justicia por cuestiones ambientales, y otro por decisión del Ejecutivo.

Lo cierto es que el presidente debió agachar la cabeza ante la presión de los chinos, que están amparados por una clausula “cross default”, la cual implica que si se suspende una de las obras se caen el resto de las inversiones. Además, como mecanismo de presión, China comenzó a comprarle soja a Brasil, aun a un precio mayor. Del lado argentino de la balanza comercial con el país asiático, aportamos principalmente ese grano.

Macri, junto a parte de su comitiva, dejaron China este jueves para continuar su gira en Japón. Además de la continuidad del acuerdo mencionado, los más entusiastas hablaron de “potenciales inversiones en infraestructura por 30 mil millones de dólares”. El número recuerda al difundido por usinas oficiales en el año 2004 cuando el entonces presidente Néstor Kirchner había recibido a su par chino y se habló de inversiones por 20 mil millones.

Lo que hicieron Macri y Xi Jimping “es una confirmación del avance” del proyecto, dijo la canciller argentina Susana Malcorra desde el Foro de Negocios e Inversiones Argentina-China en la capital del gigante asiático y señaló que “el cierre (del acuerdo) comercial se estará haciendo en los próximos tres meses”. Celebró que  ya “hay un compromiso”. Por su parte, la ministra de relaciones exteriores  dijo que “no hay ningún proyecto paralizado” y negó que hayan tenido que tranquilizar a los inversores chinos por la revisión del proyecto que encararon al asumir, y apuntó que las represas “están en la etapa final”.

El proyecto en sí, consiste en la construcción del cuarto y quinto reactor nuclear en la Argentina a cargo de China, con una financiación de 12.500 millones de dólares, compromiso asumido en el segundo mandato de CFK.  A esto se suma otro paquete de posibles inversiones en especial en ferrocarriles de carga, como el de Belgrano o San Martin. El interés chino por el Belgrano Cargas se remonta a 2006, cuando se conformó un consorcio chino-argentino encabezado por Franco Macri, padre del actual presidente y uno de los empresarios más ricos del país. En 2012, Fernández de Kirchner reflotó la idea y anunció un préstamo chino por 11.400 millones de dólares. El Gobierno macrista convirtió el Plan Belgrano en una de las grandes obras de infraestructura para “ganar competitividad e impulsar las economías regionales del centro y norte del país”. Ante la falta de respuestas de mercados convencionales, las inversiones de la República Popular China ya no generan tanto rechazo en Cambiemos, que contiene a varios funcionarios que habían criticado este tipo de acuerdos cuando fueron realizados por la administración anterior.

“Queremos ser predecibles, confiables, para los amigos de China que quieran venir a trabajar con nosotros”, remarcó el mandatario argentino y agradeció a ese país por ser “el segundo socio comercial de Argentina y un importante inversor. Pensamos que lo que viene es mucho más importante que lo que sucedió en el pasado”, concluyó.