Por José Odisio

«Estos chicos van a salir a comerse la cancha para demostrar que no juegan por plata». Las palabras de Eduardo Bermúdez le pusieron una presión extra a la presentación de Newell’s en Santa Fe, pero no están tan alejadas de la realidad.

Nadie duda de la legitimidad del reclamo de los jugadores. Tampoco del desgaste que provoca el incumplimiento de la dirigencia. Y ni hablar el lógico fastidio de Osella.

Newell’s da ventajas. Las dio cuando no trajo un nueve suplente, o cuando la cabeza del jugador debe desviarse en pensar si va a cobrar para poder vivir (no todos están salvados). Da ventajas al no concentrar y viajar el mismo día del partido. O cuando debe jugar a horarios inusuales o sin público en su propia cancha.

Pero esos problemas no impidieron estar arriba y pelearle el título a los más poderosos. Y si bien se quedó un poco en este tramo final, la expectativa de ingresar a la Libertadores es un incentivo demasiado grande como para relajarse.

No hay dudas que este equipo no juega por la plata. Si fuera así no estaría tercero, porque económicamente pelea el descenso. Pero hoy la obligación de ganar es doble. Porque sacar a la luz esta situación justo en la recta final del torneo expone a los futbolistas de cara a la gente. Y ganar serán tres puntazos para la tabla y mucho más para el reconocimiento hacia el plantel. Pero un traspié generará cuestionamientos. Y todos saldrán perdiendo. En especial Newell’s.