Por: David Narciso

La ciudad de Santa Fe será el campo de batalla donde se enfrentarán el gobierno nacional y el Frente Progresista en 2017. Mauricio Macri intentará usar a la capital provincial como cabeza de playa para conquistar la provincia en 2019, usufructuando la brecha que el intendente José Corral le abrió al saltar del Frente Progresista a Cambiemos.

Rápido de reflejos, el Frente Progresista movió piezas para cortarle paso. Al frente de la contraofensiva fue designado Emilio Jatón, el periodista que ya demostró capacidad de daño en su debut electoral de 2015, cuando derrotó holgadamente al candidato de Corral y ofrendó la senaduría del departamento para los generales socialistas.

Un gesto de sacrificio

En esta oportunidad, Bonfatti, Lifschitz y el radicalismo que se quedó en el Frente Progresista encomendaron a Jatón frenar a Macri en Santa Fe, de quien Corral oficia de abrepuerta. Para eso renuncia a la senaduría departamental y se pone al frente de una lista de concejales que enfrentará al candidato del intendente. Tercia también el peronismo, que aspira a sacar ventaja con la división de los ex socios del Frente.

Jatón estaba muy cómodo en el Senado provincial. A decir verdad hace muchos años que nadie renuncia allí. Los que no terminaron mandato fue por razones de vida o muerte, más específicamente de muerte, pero a nadie se le da por dejar un cargo tan bien remunerado y con excepcionales facilidades para hacer política territorial.

Capacidad de daño

En ese sentido, todo un gesto de Jatón, que sin estar acostumbrado a “los sacrificios” que exige la política, se pone al frente de la defensa del proyecto político amenazado. En términos personales le representa sentimientos encontrados: una derrota lastimaría su proyección a la Intendencia; una victoria lo instalaría en las puertas de la Municipalidad. Entonces ¿por qué jugar ahora? Las circunstancias indican que si deja fortalecer a Corral y usar la elección de concejal para instalar a su sucesor, quizás 2019 sea tarde.

Corral eligió como candidato como primer concejal a su secretario de Gobierno. El plan es encaminarlo como sucesor y, cubierta la retaguardia, dedicarse de lleno a construir su candidatura a gobernador.

Como político de raza y con ambiciones, Corral utiliza a Cambiemos para abrirse paso más allá de la capital provincial, donde los socialistas por un lado y el resto del resto del radicalismo por el otro, le vallan el camino. Es una vía diferente a Mario Barletta, que perdió las internas en dos oportunidades por la gobernación.

Para ganar hay que apostar. Apostar significa arriesgar. Y Corral puso mucho en juego cuando decidió irse del Frente Progresista. Como buen político que es debe haber medido que, rota la alianza, la próxima jugada del socialismo era sacar a Jatón a la cancha. El senador es, hoy por hoy, el candidato con mayor capacidad de daño a su proyecto.

Fiebre amarilla

El desafío está hecho y las urnas definirán el resto: Corral no puede perder en su propia ciudad si quiere mantener viva la llama de una candidatura a gobernador en 2019. Un traspié, además, le complicaría la relación con el Concejo Municipal (ya perdió la presidencia a manos del PJ). Si ganase habrá dado un gran paso, pero falta mucho: en 2019 el socialismo lo espera con Bonfatti o quizás Lifschitz y el peronismo con Omar Perotti. Unos y otros tienen un interés común: evitar que la fiebre amarilla se quede con Santa Fe.

Todo este análisis no debe descuidar que de poco le serviría al socialismo jaquear a Corral en Santa Fe y tropezar en Rosario, la ciudad que le permite proyectar su liderazgo provincial. Allí no lo acecha Corral (no logró armar listas propias), pero sí otros fantasmas.