¿Cómo nació esta comida tan clásica de la gastronomía argentina? Los inmigrantes italianos que coparon los arrabales porteños cuando el siglo XIX daba las últimas hurras, trajo consigo buena parte de sus costumbres y sabores; pero cierto es que la napolitana pizza, la genovesa «farinata» –más conocida como fainá–.

La pizza ha sabido encontrar su lugar de privilegio a la hora de servirse a la mesa. ¿En qué rincón de la ciudad de Buenos Aires se amasó la primera grande de mozzarella? En las orillas del Riachuelo, aquel cuyas aguas supo mecer los sueños de los cientos de italianos que echaron raíces en el barrio de La Boca.

Con fuerte ascendencia napolitana e influencias genovesas y sicilianas, la primitiva pizza supo encontrar, conquista de paladares mediante, su mejor versión local.
Diez años después de aquel debut, otro italiano sacaría lustre a las asaderas. Se trató del genovés Agustín Banchero, creador de la primera fugazza. La vieja y conocida masa de pizza con cebolla a la que luego agregaría queso, dando origen así a la irresistible fugazzeta.

Toda una pegada para el bueno de Banchero, quien diera nombre a su propia pizzería en los años ’30. Década que vio encender las luces de unos cuantos locales, aquellos que comenzaran a escribir las primeras páginas del romance entre los porteños y la pizza…y con terceros sin discordia: la fainá (masa preparada con harina de garbanzos) se convirtió en una infaltable compañera.