El Senasa ratificó hoy en la Rural de Palermo que rige la Emergencia Nacional Sanitaria contra la plaga de langosta y ya se monitorean siete millones de hectáreas cuando en el período 2015-2016 eran 700 mil.

La medida fue normada el pasado 20 de julio con el número 438/2017 y firmada por el presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), Jorge Dillon.

Este martes, en una reunión exclusiva para la prensa, en salón Ceibo del predio, el organismo explicó los alcances de la plaga.

Participaron Diego Quiroga, director Nacional de Producción Vegetal; Wilda Ramírez, directora de Sanidad Vegetal del Senasa; el productor santiagueño directivo de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Juan Pablo Karnatz; el secretario de Asuntos Agrarios de Salta, Flavio Quiroga y el especialista Héctor Medina, del Programa Nacional de Acridios del Senasa.

Medina hizo un extensa y medulosa explicación de la plaga y comparó con los hechos sucedidos en 2015-2016 donde hubo una explosión de langosta que «fue controlada».

Se trata de la langosta sudamericana y Medina dijo que consideraban que «de la Argentina fue a Bolivia y de ahí a Paraguay para, en teoría, volver a la Argentina con una enorme expansión», sostuvo Medina.

El joven investigador demostró soltura al narrar que en estos momentos quieren «bajar la densidad exponencial para evitar que se reproduzcan y pongan huevos».

En la actualidad, se realizan seguimientos y se hacen aplicaciones aéreas de insecticida en el estadio de «voladoras» cuando los insectos llegan a «cubrir 150 kilómetros en un día».

El epicentro es la localidad de Frías de Santiago del Estero donde está la plaga, al igual que en el este de Chaco y en el oeste de Santa Fe.

«La especie es altamente polífara, se alimenta de cualquier material vegetal, tiene hábitos de migración, el viento las impulsa porque eso hacen vuelos larquísimos y compiten con el ganado por el pasto», manifestó el técnico.

Si bien las afectadas por los insecticidas han sido muchas colmenas de abejas, la langosta no afecta a la población humana, no transmite enfermedades al hombre y sólo come vegetales aunque algunos productores afirman haberlas visto digerir textiles.

«Estamos en una situación difícil, intentando evitar que haya tres generaciones de langostas en un año, pero por dos años hasta el 2019 veremos cómo se comporta la plaga», manifestó Medina a NA.

En la Argentina, el primer registro de lucha contra la langosta fue en 1891, pero recién se la declaró plaga en 1964 y antes de que existiera una Secretaría de Agricultura de la Nación, ya había un organismo que luchaba en forma articulada contra la langosta.

El experto del Senasa explicó que utilizan la estrategia de Australia -país de gran tradición en la pelea contra la langosta- y es la forma «preventiva».

De este modo, se realiza el monitoreo en forma permanente porque el insecto pone los huevos hasta debajo de seis centímetros en el suelo y en estado de ninfa no vuela, salta, la estrategia es evitar que llegue a adulta y pueda volar y cortar su ciclo reproductivo.

En tanto, los productores y funcionarios provinciales reclamaron que no hay falta de fondos para continuar con el relevamiento de los focos detectados y acciones de mitigación.

«Estamos en la búsqueda de un programa regional porque en los países vecinos como Bolivia y Paraguay hay plaga de langosta, y además estamos trabajando con la Universidad de Arizona, Estados Unidos, Australia, México y la Argentina todos juntos en forma internacional», indicó Medina.