Eventos varios mantuvieron en agenda al Banco Central de la República Argentina (BCRA) en la corriente semana. Dos de ellos se fecharon el martes. Por un lado, la autoridad financiera presidida por Federico Sturzenegger enfrentaba el segundo vencimiento más grande de la historia en licitación de Lebacs, con un valor nominal de $532.022, casi el 60% del total de la base monetaria (total de dinero circulante).

De esa cifra, el directorio del central decidió renovar $467.623 millones (el 88% del «megavencimiento»). Esto representó una expansión de la base monetaria por otros $64.400 millones más intereses ($81.000 millones) que se suman a los ya emitidos en lo que va del mes.

Desde algunos reductos económicos de idéntica raigambre monetarista que la cúpula del BCRA, criticaron esta expansión, que generará presión inflacionaria en un mes (julio) donde algunas consultoras ya la ubican en torno al 2% y los precios mostraron (según relevamiento de Consumidores Libres) una suba del 0,85% en la primera quincena, solo en la Capital Federal.

Esta determinación de la autoridad financiera se ajusta a lo que ha venido haciendo en los últimos días respecto a la tasa de Lebac, con constantes subas llegando en la última rueda de la semana (antes de la licitación) la letra de más corto plazo a valores de entre 27,5% y 28%, orientado por su «monotemática» obsesión por controlar la suba de precios. Esta tendencia, previsible, llevo a los principales asesores del mercado a recomendar a los ahorristas volcarse al «carry trade» (bicicleta financiera) ante las consultas sobre donde invertir antes de las elecciones.

El núcleo de la preocupación 

En el otro evento que lo ubicó entre las principales noticias económicas, el martes, el presidente del Banco Central presentó, junto a otras autoridades de la institución como el rosarino Lucas Llach, el Informe de Política Monetaria (Ipom) del segundo trimestre.

Allí Sturzenegger se explayó sobre estos y otros temas, desarrollando su informe en base a tres ejes: actividad económica, inflación, y política monetaria.

El funcionario dijo que están «monotemáticamente» focalizados en la baja de la inflación» ya que es la mejor manera para el BCRA de cumplir con todos sus objetivos «de estabilidad financiera, de preservar el valor de la moneda y la equidad distributiva».

Respecto a la evolución de la variable, el banquero central expresó que «hemos tenido un proceso de desinflación muy significativo, que ha reducido la inflación interanual en 15 puntos, ubicándola dentro del rango (de este año), nos quedan entre 4 y 7 puntos de baja interanual hasta a fin de año. Esos 4 a 7 puntos van a ser más difíciles que los primeros 15, pero es tan solo una fracción de lo que hemos hecho hasta ahora». (La meta de inflación que se impuso la entidad para 2017 es de 12-17%).

Evocando a su líder político, Sturzenegger no se privó de la metáfora futbolera, y dijo que en el tema inflacionario «recién termina el primer tiempo» y que «la inflación en el segundo semestre va a ser sustancialmente más baja que la del primero, como sucedió el año pasado».

No obstante, el ex diputado PRO reconoció que la inflación núcleo (componente de ese indice que reúne a los bienes no regulados ni los estacionales y muestra la conducta subyacente de los precios) es un dolor de cabeza.

Este componente de la inflación (que representa al 70% de los bienes medidos por el IPC-Indec) lleva casi un año sin responder a los movimientos de tasa de interés decididos por el Banco Central. Sturzenegger admitió que «su persistencia, con la cual no estamos cómodos, nos ha obligado a endurecer la política monetaria».

Respecto a la misma, indica que «hoy tenemos el mismo nivel de dureza monetaria que hubo hacia la mitad del año pasado, y que fue el nivel que nos permitió reducir muy significativamente la inflación en el segundo semestre». Esto se había percibido en los mercados con la tendencia alcista de la tasa de Lebacs, mencionada anteriormente.

El discípulo de Domingo Cavallo aseguró que esta política es la que «permitió que la economía creciera 1%», anclándose en datos del predictor continuo del PBI, un estimador que elabora la misma autoridad monetaria.

Con estas precisiones, el presidente del Banco Central volvió a sostener su creencia de que la rudeza de sus iniciativas para bajar la inflación, reflejadas en su política monetaria principalmente a partir de la tasa de interés, no afectan la actividad económica, sino que la apuntalan. «Cada vez que aumenta la inflación baja el PBI y cada vez que baja, el PBI crece», arguyó.

Mercado agitado 

El martes se publicó la entrada en vigencia de una resolución reglamentada por Afip, que establecía las pautas para determinar y pagar el impuesto por las operaciones de venta de acciones, cuotas y participaciones sociales, títulos, bonos y demás valores donde intervienen beneficiarios del exterior.

La medida no cayó bien en el mercado, que esperaba que la nueva ley de mercado de capitales eliminara o, al menos, disminuyera el 15% de impuesto a las ganancias por renta financiera para extranjeros.

Esto empujó la cotización del dólar, que tras saltar 17 centavos en algún momento de la mañana, cerró este miércoles en $17,45 (nuevo récord). Los efectos fueron neutralizados por una conferencia de prensa que brindó el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en la que anunció la suspensión de la «polémica» medida, hasta que el gobierno logre «evaluar su impacto», según palabras del ministro que reemplazó a Alfonso Prat-Gay.

La resolución había traído aparejadas fuertes quejas escuchadas durante la víspera de parte de operadores e inversores bursátiles y de renta fija.

En su presentación, Sturzenegger había afirmado, sobre el tipo de cambio, que «en el sentido de los activos financieros siempre está en equilibrio» porque «ya incorpora las expectativas, las preocupaciones, las proyecciones y va buscando el punto de equilibrio».

En el mismo sentido, aseguró que no ve una «reacción de los precios ante el movimiento del tipo de cambio» ni «un cambio en la dinámica de precios» lo cual consideró «extraordinariamente sano.»

¿Persecución ideológica? 

Tras una reunión de extrema confidencialidad, este miércoles el oficialismo puso en marcha el mecanismo para remover a Pedro Biscay del directorio del Banco Central. Es el único sobreviviente de la gestión kirchnerista de Alejandro Vanoli, con mandato (con acuerdo del Senado) hasta 2019 y que en las últimas semanas manifestó públicamente sus disidencias con las políticas tanto de la cúpula del Central como de la Casa Rosada.

Días atrás, el directivo había expresado en un texto: «Hago público que en el día de la fecha he tomado conocimiento que el Poder Ejecutivo Nacional pidió mi remoción como Director del Banco Central de la República Argentina».

«De acuerdo a las disposiciones del artículo 7 de la Carta Orgánica del BCRA, el ejercicio del cargo de Director dura seis años y goza de estabilidad en virtud del mandato conferido por el Congreso Nacional. El plazo de duración es mayor al plazo previsto por la Constitución Nacional para el cargo de Presidente de la Nación, garantizando así la independencia y pluralidad de criterio de los miembros del Directorio del Banco Central», expresó.

Solicitada por Biscay, se creó una comisión bicameral especialmente para evaluar su desempeño, la cual lo escuchó este miércoles por más de dos horas, tras lo cual decidió patear la definición para el miércoles de la semana que viene. Está constituida por los macristas Federico Pinedo, Eduardo Amadeo y Luciano Laspina y los peronistas Juan Manuel Abal Medina y Eduardo Aguilar.

Biscay recibió el apoyo público, entre otros de La Bancaria, el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), y el Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica (Cipce) .