Por Alejandro Maidana

“Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”, Mark Twain.

Anna y Diego se conocieron el 6 de enero de 2006; ella llegaba desde la ciudad del amor, París, a completar sus estudios de cine con apenas 20 años. Él, nacido en Pringles, provincia de Buenos Aires, ostentaba un puesto ejecutivo en el banco Hipotecario, algo nada despreciable para un argentino a sus 28 años.

La calle fue testigo presencial de lo que sería una unión con visos novelescos, y que traería consigo una historia digna de ser contada. Ambos compartían la fantasía de realizar un viaje y no dejaron que la misma duerma el sueño de los haraganes. El 20 de octubre del mismo año se casaron y al otro día pusieron a andar ese bagaje de sueños que ya amenazaban con transformarse en realidad.

Diego abandonó su trabajo y Anna haría los mismo con sus estudios, para que de esa manera pueda comenzar un camino con punto de partida, pero que desconoce aún el de llegada. Ambos están en Rosario de visita y dialogaron con Conclusión.

Destino México

México era el destino señalado para comenzar con un raid que hasta ese momento parecía lejano. “Pensábamos tomarnos un año y regresar, ya que en Buenos Aires Diego había dejado todas sus cosas. Pero no fue así, ese año se extendió a dos, y los ahorros que llevamos producto del buen pasar que tenía Diego y de las ventas que habíamos hecho de algunos vehículos tuvieron que repartirse un tiempito más”, contó Anna.

Derribar los muros del prejuicio y de lo desconocido, una tarea obligada. “Tuvimos que acostumbrarnos a vivir de otro manera, inclusive compartiendo con comunidades indígenas en donde el intercambio cultural fue extraordinario. En ese ínterin un amigo que se encontraba en Buenos Aires nos ayudó a vender todo los que habíamos dejado allí. Mi cámara filmadora, la computadora para editar, la moto de Diego, hasta inclusive los platos… no dejamos absolutamente nada. La idea era cruzar hasta Europa en donde se encontraba mi familia, concretamente a Barcelona en donde vivía mi abuela, y junto a ella pasamos 8 meses, la idea fija era llegar a China, corría el año 2008”.

De Europa hacia el Oriente en bicicleta

Anna cuenta que esto fue idea de Diego, el periplo los iba a encontrar subidos a una bicicleta doble a la que denominaron “Gutapa”, los esperaba Oriente y un tercer acompañante: “Aprendimos que el camino es el mejor guía, y si bien nuestra meta era China, fue la India la que nos recibió. En el viaje quedo embarazada y en septiembre del año 2010 llega Mael, para que meses después y siendo aún bebé, estemos cruzando los Himalayas en una minivan para explorar todos los rincones de Nepal”.

Diego Martínez experimentó en este viaje alucinante aquello que le fluía desde lo más profundo de su ser en la época de la vorágine citadina. Y cuenta: “Dejé todo lo material que me rodeaba para ir en búsqueda de lo que me apasionaba, de esos ríos de pasión que corren dentro de todos nosotros. Abandonar toda responsabilidad a corto plazo y aquellas que puedan condicionar tu futuro fue premisa fundamental. La búsqueda de la identidad, de los porqué, pero por sobre todas las cosas abandonar los prejuicios que a uno lo llevan a pensar de una u otra manera”.

A Diego en este recorrido de película se le presenta una montaña de escasos centímetros, que no era otra que la figura de su primer hijo: “El nacimiento de Mael nos vuelve a interpelar, ya que en estas infinitas idas y vueltas el nacimiento se da en España. En esos días el sistema vuelve a hacerse presente, ya que había conseguido trabajo, casa y auto, sumado a que la gente conocida colaboraba honestamente al decirnos ‘ya son padres, deberían frenar este recorrido’. Es allí en donde le digo a Anna, ‘mirá podríamos quedarnos acá, por suerte ella puso nuevamente el motor en marcha e hizo que no nos apartásemos de la idea primaria’”.

El recorrido por Oriente

El año 2012 encuentra a los 3 viajeros nuevamente aferrados a “Gutapa” para amigarse con un recorrido de ensueño. Así, Tailandia, Camboya, Laos, China, Siberia y Mongolia los recibirían con su menú cultural tan sabroso. “En China se unió nuestra hija, y con ella en la panza llegamos a Siberia en 2013; volvimos al sur de China, en el Yunnan. Oiuna, nació allí, en Dali, en Enero 2014”, cuenta Anna.

Dos años después nació “El Otro Río”, libro que Anna escribió inspirada en los primeros 6 años de viaje; y en el que se fijan las impresiones de Diego a través de sus pinturas.

Se suma la cuarta viajera

Ya con Mael y Oiuna, el camino que habían iniciado 10 años atrás esta pareja de intrépidos e inquietos soñadores mutaría una vez más. Para este trayecto que uniría el norte de Tailandia con Oceanía, una motito 125cc se transformaría en un side-car con techo multicolor que hoy espera en Bali, Indonesia, el retorno de estos cuatro viajeros.

Recorrido por Argentina 10 años después

Había una cuenta pendiente y una fuerza que la impulsaba, recorrer una década después el país que tenía en su vientre ese camino que los unió. “El libro y las pinturas, pero por sobre todas las cosas el primero, hizo que estemos aquí nuevamente. Hemos volcado en él todas nuestras vivencias, nuestras experiencias, muchos kilómetros reflejados en un maravilloso libro al que denominamos El Otro Río”, cuenta Diego.

Ellos se animaron a derribar los prejuicios que impone un sistema que funciona a base de normas, de lo impuesto. Lo que brotaba desde su interior, ese río interno, los catapultó hacia un viaje infinito, repleto de historias que merecen ser contadas.

«Hemos dormido en villas y en mansiones, compartido unos mates entre paredes de chapa y cenado comidas finas en restaurantes de lujo», recuerda Anna.

“Fuimos catadores de comidas, hicimos de extras en películas, trabajamos en supermercados, dimos clases de tango, como para nombrar algunas de las actividades”, referencia Diego, a la hora de enumerar lo que tuvieron que realizar para sostenerse.

Muchos los verán como nómades transitando un contexto muy disímil al que enfrentaban muchas etnias originarias siglos atrás. Para otros serán un par de locos bohemios que emprendieron lo que muchos soñaron, pero pocos se animaron.

Lejos de importarles los adjetivos calificativos, o el título que le pondrían a esta historia que parece arrancada de una fábula, estos cuatros viajeros ya están pensando en sentirse atravesados por los vientos de quién sabe dónde, por las aguas de vaya a saber uno, en la tierra de la que alguna vez hablaron.

Este jueves, a las 20 en Bone Scott (Ricchieri 131), ambos presentarán el libro “El Otro Río” en Rosario. Para más información: www.xurruruca.com. Facebook: Xurruruca