Por Esteban Guida (*)

El lunes 17 de julio, la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) le puso fin a la exención al pago del impuesto a las ganancias que gozaban los residentes extranjeros desde que este gravamen a la renta financiera entró en vigencia, en setiembre del año 2013. La decisión del organismo recaudador es lógica en el marco de las necesidades de financiamiento del Estado y de las astronómicas ganancias que también están teniendo los capitales extranjeros con la especulación financiera, producto de la generosa política monetaria impulsada por el Banco Central de la República Argentina (BCRA).

La resolución de Afip, publicada en el Boletín Oficial del mencionado día, implica que las ganancias producto de las operaciones de compraventa, cambio, permuta o disposición de acciones, cuotas y participaciones sociales -incluidas las cuotas partes de fondos comunes de inversión-, títulos, bonos y demás valores que no coticen en bolsas u otros mercados, será gravada con una alícuota del 15%.

Esta disposición no es nueva, puesto que los argentinos que realizan este tipo de operaciones vienen pagando este impuesto desde que fue publicado en setiembre de 2013. Pero ya desde ese entonces, los residentes en el exterior fueron beneficiados con una suspensión en la aplicación de esta modificación a la Ley del Impuesto a las Ganancias. Lo que la Afip hizo el lunes pasado fue simplemente “suspender la suspensión” con retroactividad al 23 de setiembre de 2013.

La medida, que pasó desapercibida en el ámbito local, fue en cambio inmediatamente percibida por los agentes financieros internacionales que, sin dilaciones, ni necesidad de hacer fila para solicitar una audiencia, llegaron con su reclamo el mismo presidente y a sus más cercanos colaboradores. No hizo falta ningún argumento técnico ni fiscal para frenar el cambio proveniente desde el mismo gobierno, simplemente bastó una breve reunión y la posterior firma del presidente en el decreto que suspendía la medida.

La respuesta no podía ser otra en vista de la condescendencia que ha mostrado el actual gobierno a los intereses foráneos, más aún al vinculado a las finanzas internacionales. Pero la velocidad de reacción de los operadores internacionales y la inmediata obediencia presidencial, grafican en nivel de sumisión que exhibe el gobierno a intereses contrarios a los nacionales.

En la conferencia de prensa dada por el actual ministro de Hacienda, Nicolás Duvojne, el gobierno terminó de llevar tranquilidad al mercado, al anunciar que la polémica resolución de Afip quedaba suspendida “hasta que se evalúe el impacto”. En rigor, se puede saber perfectamente el impacto fiscal de la medida, lo que se deduce de las declaraciones del funcionario es que el gobierno de Cambiemos no piensa contrariar la voluntad a los capitales extranjeros, ni obstaculizar sus pretensiones de ganancias, aun si ello significa un trato desigual para con los residentes locales.

La realidad política que desnuda esta situación es mucho más grave que el impacto económico de la contra-medida. El gobierno liderado por Mauricio Macri parece estar reeditando la “teoría del realismo periférico” que establece que países como la Argentina no deben tomar decisiones basadas en su propia conveniencia (soberanía nacional), sino en términos de un análisis Costo-Beneficio que tenga en cuenta las implicancias domésticas del mal humor de los capitales internacionales.

La pérdida de autonomía nacional ha quedado claramente evidenciada en este anecdótico caso de “desinteligencia” interna o falta de comunicación entre los funcionarios del gobierno. La autoridad presidencial sirvió para ajustar las normas a los intereses de quien tiene el poder, tal como reza la lógica neoliberal: un estado garante de las reglas del mercado, esas que hacen más ricos a los ricos, al mismo tiempo que más pobres a los pobres.

Resulta altamente riesgoso para el interés nacional soslayar este hecho, como todos aquellos que se ocultan o se intentan desvirtuar con noticias que despistan y desinforman de lo realmente importante al quehacer nacional. La capacidad de identificar y desnudar el accionar sistemático del poder real sobre la democracia liberal y el Estado en su status actual, es vital para la construcción de un país para los argentinos, y evitar que termine siendo una fuente de extracción de recursos, de la que sirve todo, menos sus habitantes.

Es importante señalar que estos hechos se dan en un contexto de creciente debate sobre la “pesada carga tributaria” y la necesidad de una reforma fiscal, que según se comenta se busca impulsar después de las elecciones legislativas de este año. Si una reforma de este tipo se produce con el criterio político con el que el gobierno de Cambiemos está administrando la riqueza nacional, el resultado será indudablemente más concentración de la riqueza, más pobreza y más injusticia social.

(*) Licenciado Esteban Guida – [email protected]