De acuerdo con la opinión de varios analistas de política internacional, la situación mundial es sumamente grave. Coinciden en que podría decirse que en este momento se están hilando tres escenarios, todos con el mismo propósito de deshacerse del presidente de Estados Unidos. En orden de aparición, estos escenarios buscan sacar del cargo a Donald Trump: 1) porque se confabuló con los rusos para socavar las elecciones de Estados Unidos; 2) porque está trastornado y fomentará una guerra nuclear por Corea del Norte, ó 3) porque es un racista. En otras palabras, “Rusiagate”, “dedo en el botón nuclear”, y ahora “Charlottesville”.

¿Por qué hacen todo esto? Porque es enorme el potencial que hay para que Estados Unidos se incorpore al programa de la Nueva Ruta de la Seda que se fortalece día con día —junto con el resto de las Américas y el mundo entero— para acabar completamente y para siempre al resquebrajado sistema monetarista.

Trump ha manifestado su agrado de colaborar con los líderes de este paradigma, el presidente Xi Jinping, de China, y el presidente Vladimir Putin, de Rusia. Trump ha declarado públicamente que favorece las medidas económicas fundamentales que representan estos proyectos, empezando con la ley Glass-Steagall y la construcción de infraestructura.

Comentarios muy fuertes

Por el momento, la situación es muy peligrosa. Ya hay comentarios flagrantes de asesinato en los escenarios contra Trump, como una contingencia plausible. El último ejemplo de esto salió directamente de Londres.

Los días 9 y 11 de agosto, el diario londinense Guardian publicó artículos de su corresponsal, Jonathan Freedland, el primero de los cuales se titulaba “Trump Has TakenUstotheBrink of Nuclear War. Can He Be Stopped?” (Trump nos ha llevado al borde de la guerra nuclear. ¿Se le puede detener?). Aquí, el autor asevera que no se puede abrigar ninguna esperanza de que “el Estado Profundo depondrá a un presidente estadounidense trastornado antes de que empiece una Guerra total con Corea del Norte”, ni se puede confiar en que los “tres generales, Mattis, Kelly y McMaster”, que asesoran a Trump, lo van a poder “contener”. Freedland implica que la mejor esperanza es que el fiscal especial, Bob Mueller, pueda enjuiciar a Trump, porque si no…

El recurso al que el artículo no lo llama por su nombre, el “asesinato”, Freedland lo señala no obstante de manera muy explícita en su nuevo libro, “ToKill a President” (Para matar a un Presidente), el cual acaba de publicar el mes pasado, bajo el seudónimo de “Sam Bourne”.

En el libro se trama el asesinato de un presidente trastornado, para impedirle que desate una guerra nuclear por Corea del Norte; el complot lo llevan a cabo su secretario de Defensa y su oficial mayor, luego de que ambos llegan a la conclusión de que utilizar la Enmienda 25ava o el enjuiciamiento político, no sería lo suficientemente rápido para sacar al presidente “a tiempo”.

Un artículo del Spectator

Este escenario es una reposición, a manera de “novela de suspenso con contenido político”, del asesinato que anunció el Spectator de Londres en la víspera de la toma de posesión de Trump, en un artículo que publicó el 21 de enero con el título de “Will Donald Trump Be Assassinated, Ousted in a Coup, orJustImpeached?” (¿Será Donald Trump asesinado, derrocado por un golpe, o solamente enjuiciado políticamente?).

El pasado 13 de agosto sonó de nuevo la alarma por la burbuja financiera gigantesca a punto de reventar, con las declaraciones del ex ministro de Economía italiano, Giulio Tremonti, en una entrevista con el diario Corriere della Sera. Tremonti dijo que “las causas de la crisis, desde el 2007, están aquí todavía. El exceso de liquidez que causó la crisis de hace 10 años es hoy día exponencialmente más alta. Las finanzas están sufriendo una mutación genética aterradora. Todos los elementos que producen las famosas burbujas están ahí”. Pero la gente no enfrenta la realidad. Tremonti recuerda la burbuja de los tulipanes en el siglo 17, la burbuja de Louisiana, y la revolución francesa, todos ellos ejemplos de la historia en los que la gente perdió su cabeza por no enfrentar la realidad.