En un artículo publicado en el diario Página12, el periodista David Cufré pone la lupa sobre una de las variables económicas que más creció durante la administración Macri y que ya comienza a alarmar a economistas de distinto proceder ideológico: la deuda.

El ritmo de endeudamiento que lleva el gobierno desde que asumió hace crecer el pasivo y complica un escenario con un marcado déficit fiscal con el pago de intereses que, según lo que se prevé en el Presupuesto 2018 presentado por el gobierno, superará los 10 millones de dólares.

Es por esto que Cufré advierte sobre una posible “crisis de solvencia” de no corregirse los factores que obligan a buscar financiamiento externo, recordando el ejemplo de 2001 como el más cercano.

En el artículo se cita un informe del  Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (Umet) que señala: “Que un funcionario emita deuda con una fuga de capitales elevada es como si un médico quisiera hacer transfusiones de sangre cuando su paciente está teniendo una hemorragia. Absurdo e incoherente. O se está financiando a consciencia la fuga de dólares”.

Acorde al seguimiento de la deuda del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala y datos de la UMET, en 2016 el sector público nacional emitió bonos en moneda extranjera por 34.652 millones de dólares, al tiempo que en los ocho meses del corriente lo hizo por 44.155 millones, y prevé colocar otros 2600 millones antes de las elecciones de octubre. A ello se suma la oferta de Letes, también del Tesoro nacional, de alrededor de 15.000 millones de dólares.

En otro pasaje del artículo, Cufré recuerda el diagnóstico del ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien había dicho en noviembre último que “este tipo de modelo que combina tasas de interés fenomenalmente altas, dólar fijo o cayendo, el bolsillo del grueso de la población enflaqueciéndose, el empleo debilitándose, indefectiblemente requiere el endeudamiento externo e indefectiblemente termina en una situación de colapso”.

Y para agregar contundencia a la visión del ex ministro, se suma la opinión de Miguel Angel Broda, ubicado en las antípodas ideológicas respecto al manejo de la economía que profusa Lavagna. “El enfermo está grave. Acá no hay plan A ni plan B, eso es insostenible en el largo plazo. No se puede tener creciente déficit fiscal, financiado mangueando ahorro externo, y al mismo tiempo una tasa de inflación declinante. Es inestable”, alertó Broda en abril. Desde entonces el déficit fiscal no disminuyo sino que siguió creciendo.

El dictamen muestra que especialistas de distintas vertientes ven este tema como un eje de preocupación. Es algo que también advierten desde calificadoras de riesgo, organismos internacionales y economistas del mercado, a la vez que sus pares más heterodoxos.

La conclusión general es que si no se revierte la tendencia, una crisis derivada del pasivo externo resultara inexorable. Están quienes aducen que al gobierno le quedan, por lo menos, dos años a este ritmo de financiamiento, antes de que se corte. Lo cierto es que lo que se deduce de estos pronósticos es que tarde o temprano llegará el momento en que cualquier eventualidad o factor externo o interno pondrá en riesgo el acceso a divisas y la tensión se adueñara del escenario, algo que complica a cualquier administración.