Por Nabih Yussef* 

Matías Kulfas es economista y fue Director del Banco de la Nación Argentina durante las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner. Actualmente fuera de la función pública, se desempeña como investigador de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de San Martín. Su último libro, “Los tres kirchnerismos”, traza un balance económico del período, intentando -dice- “salir de la polarización en el que está inmerso el análisis económico del país”.

Liberales vs heterodoxos

Asistimos en Argentina a un debate solapado entre los distintos sectores económicos que pugnan por la dirección de la política económica nacional, algo que no es nuevo, pero que parece no concluir en una victoria hegemónica de una escuela de pensamiento y así materializarse en políticas públicas de largo plazo. Para Kulfas, hay que detenerse en los modelos de desarrollo para llegar al verdadero debate en pugna. “El debate público se suele mover en torno a visiones deformadas de los modelos de desarrollo. Por un lado, el liberalismo vernáculo suele tener una mirada caricaturesca y empobrecida de lo que hacen otras experiencias, como el monetarismo, que aquí parece ser el paradigma a seguir. Por otra parte, dentro de los enfoques más heterodoxos hay también algunas miradas poco precisas que piensan que todo se reduce a estimular el mercado interno y restringir el ingreso de las importaciones, como si ello solo fuera suficiente para garantizar un proceso de industrialización y cambio estructural”, afirma.

Kulfas defiende su gestión como Director del Banco Nación desde 2008 hasta 2012 y ratifica que “el rumbo” durante la presidencia de CFK fue el correcto, sin embargo reconoce que existieron “fallas en la implementación y la calibración de políticas”. Para el economista, los modelos de ensamblaje electrónico en Tierra del Fuego y el modelo automotriz fueron ejemplos donde se “aparentó industrializar” pero con instrumentos errados. Kulfas entiende que se ha descuidado la estrategia industrial exportadora, “no es algo sencillo de implementar pero se puede pensar con una mirada de mediano y largo plazo”. Para el economista, el secreto es actuar con pragmatismo y sutileza, “hoy en día los principales países del mundo protegen su producción nacional de las importaciones, pero lo hacen de manera más sutil, con medidas para-arancelarias”, explica.

Inversiones que no llegan

Los flujos de inversión internacional caen y esto perjudica a América Latina que ve deteriorar sus indicadores. La Unión Europea como bloque, es el principal inversor en la región con un 53% del total; seguido de Estados Unidos con 20%; y Canadá con 8%. China constituye un caso aparte, donde figura en las estadísticas oficiales con un 1,1% pero que en verdad opera desde paraísos fiscales como el ducado de Luxemburgo con 8% de inversiones directas en la región.

En Argentina, lejos de las promesas de inversión contabilizadas por el Ministerio de Hacienda por casi 30 mil millones de dólares, el país receptó poco más de 4 mil millones de dólares, un 85% menos de lo esperado. Para Kulfas, el presidente tiene una política direccionada a las inversiones extranjeras directas (IED), que es “equivocada”. Macri -sostiene- “repite la creencia de que toda IED es buena, que hay que salir de gira por el mundo mostrando las condiciones que tiene el país, encima en un contexto internacional que no es demasiado propicio”. El economista, ahora consultor de Idear Desarrollo, advierte que “muchas de las principales corporaciones transnacionales del mundo ya están en Argentina, y no desde el año pasado sino en muchos casos desde hace varias décadas. Conocen el país de primera mano, a través de lo que les cuentan sus gerentes locales, no necesitan giras sino generar negocios concretos, pero eso necesita que exista un plan de desarrollo, una idea, sino es sentarse a esperar a que sean las transnacionales las que los generen”.

— Entonces, ¿cuál es el lugar de América Latina para las inversiones internacionales?

— “Hace más de dos décadas que las transnacionales ven a América Latina como un espacio para explotar recursos naturales y cuotas del mercado interno. Las mejores inversiones se van a Asia, aquí vienen las petroleras y mineras pero con tecnologías desarrolladas en otras zonas del planeta. Desarrollar clústers tecnológicos es algo mucho más complejo que decirles ‘vengan a invertir’. Noruega desarrolló su tecnología petrolera negociando con las grandes corporaciones del sector, el gobierno de Macri no tiene esta lógica, y por eso los resultados no acompañan, muy poca inversión y de mala calidad”.

— ¿Qué oportunidades tiene Argentina para atraer inversionistas?

— “Las corporaciones transnacionales tienen sus estrategias generales que son muy claras en materia de localización geográfica, luego existen los negocios de oportunidad que tienen que ser gestionados desde las políticas públicas. Si Argentina decide acertadamente diversificar su matriz energética hacia fuentes renovable y sanciona una ley con la que se obliga a llegar a 2025 con un 20% de la energía generada en base a renovables, es incomprensible que no se hayan focalizado todos los esfuerzos en desarrollar inversiones nacionales y atraer capitales externos para instalar fábricas de paneles solares, molinos eólicos, centrales biomásicas y centros de investigación y desarrollo para otras fuentes. Eso es carecer de mirada estratégica y modelo de desarrollo”.

— ¿El contexto ayuda?

— “Estamos en un contexto internacional complejo, de bajo crecimiento, se acabó el auge de los commodities; Brasil se encuentra en depresión económica. Los nichos de negocio hay que explotarlos al máximo, optimizando la inversión y el empleo. No es razonable entregar espacios productivos como el de [las energías] renovables, satelital, tecnologías en recursos naturales y otros a las importaciones, eso es carecer de visión estratégica e hipotecar el futuro contrayendo deuda para soportar desequilibrios que terminan volviéndose crónicos”.

— ¿Cuál debería ser el lugar de la inversión extranjera en el país?

— “Mi opinión es que la inversión extranjera directa puede ser un aporte para una estrategia de desarrollo del país, pero atraer inversiones no constituye en sí una estrategia de desarrollo. El desafío es sumar a los inversores transnacionales a la estrategia de desarrollo del país antes que sumar al país a la estrategia de desarrollo de los inversores transnacionales, puede sonar parecido, pero las experiencias internacionales exitosas muestran que los resultados de una atracción focalizada y atada a objetivos de desarrollo son claramente superiores”.

— ¿Cuál es el escenario económico al que nos tenemos que preparar?

— “Se consolida el escenario de estancamiento, porque la reducida inversión y la baja demanda, tanto interna como externa, se combinan con un gobierno que no acierta en la política económica. ¡No veo un boom de inversiones! No es el escenario propicio y el gobierno no aprovecha los espacios que podría desarrollar. El salario industrial argentino es de los más altos de la región, no obstante, el mercado interno está planchado, en este marco no parece viable esperar grandes inversiones industriales. La inversión petrolera y minera no presenta buenas perspectivas. El campo sí está teniendo cierto crecimiento, pero su efecto sobre el resto de las actividades económicas y los grandes agregados es muy acotado. En definitiva, es difícil esperar resultados diferentes de persistir esta política económica y este contexto internacional”.

*Analista internacional, Director de www.CEIEP.org